Entrevista

«Los médicos no aprovechan el gran potencial que tiene la dieta antiinflamatoria para la salud»

Entrevista a Sandra Moñino, dietista-nutricionista especializada en inflamación

Sandra Moñino
Sandra MoñinoALBERTO R. ROLDÁNLA RAZÓN

La pasión de Sandra Moñino por la alimentación va más allá de su formación académica. Además de dietista-nutricionista integrativa, se ha especializado en inflamación y pérdida de peso, una simbiosis que divulga con gran acierto en redes sociales bajo el nombre de @nutricionat_ y que ha puesto negro sobre blanco en el libro «Adiós a la inflamación».

¿Cómo impacta la inflamación en nuestra salud?

La gran mayoría de dolencias esconden detrás de sí la inflamación crónica, por lo que resulta determinante. Es la puerta de entrada a enfermedades digestivas, que pueden dar la cara en forma de diarrea, estreñimiento, gases o incluso patologías inflamatorias intestinales. Pero no son las únicas, ya que de forma indirecta también está detrás de dolores de cabeza, cansancio y de enfermedades autoinmunes, como la tiroiditis, la celiaquía, la psoriasis o la esclerosis múltiple. Y también impacta a nivel psicológico, porque la conexión intestino-cerebro hace que esa inflamación pueda llegar a ser el origen de la ansiedad o la depresión.

Cada vez se habla más de inflamación y se investiga al respecto, pero ¿está infravalorada por los médicos?

Yo diría que sí, porque todavía es algo desconocido entre los profesionales. Sin embargo las posibilidades son enormes, porque yo he comprobado en mis pacientes que al descubrir el significado de la palabra inflamación se pueden revertir enfermedades crónicas, reducir la medicación, eliminar síntomas y, en definitiva, mejorar la calidad de vida. El sistema sanitario no está aprovechando el gran potencial que tiene la dieta antiinflamatoria para mejorar la salud de las personas.

¿Qué estamos haciendo mal para que esa inflamación crónica sea cada vez más común entre la población?

Es un problema que siempre ha existido, pero ahora está más presente. Creo que el motivo está en la suma de varios factores, entre los que destaca, por ejemplo, la mala alimentación, a lo que se añade el sedentarismo, pero también el estrés, la falta de descanso o el impacto de los denominados disruptores endocrinos. Tampoco ayuda que estamos constantemente comiendo, sin dar un descanso al organismo, porque cuando no es una comida principal, es el picoteo de un café, unos frutos secos, una galleta... así el cuerpo vive en un continuo estrés que favorece esa inflamación.

Asegura en su libro que el azúcar nos enferma. ¿Es el mayor peligro al que tenemos acceso de manera cotidiana?

Para mí sí es lo más dañino, porque es una de las sustancias más proinflamatorias que existen y nos afecta por varias vías. Por un lado, sirve para alimentar a las bacterias «malas» de nuestro intestino y eso inflama el organismo. Además, provoca adicción y, con ello, ansiedad por comer más. Y también genera picos de glucosa que son muy peligrosos porque se trata de la llave que abre la resistencia a la insulina y la prediabetes.

Pero no es el único...

No, los ultraprocesados también son muy peligrosos para la salud, así como las harinas refinadas, los edulcorantes, las grasas hidrogenadas y vegetales, las bebidas alcohólicas y carbonatadas...

¿Qué alimentos sí debemos priorizar cada día?

Las frutas, verduras y hortalizas ricas en polifenoles y antioxidantes, vitaminas y minerales, así como cereales integrales. La proteína no puede faltar y tampoco la grasa, pero hablamos saludable, es decir, frutos secos, aguacate, aceite de oliva virgen extra...

¿Un consejo final?

Que se animen a hacer pequeños cambios que marquen un gran camino. El cambio es radical, porque la mayoría quiere perder peso, pero al realizar una alimentación antiinflamatoria se consigue mucho más que eso: mejora la piel, el pelo, se reduce el cansancio, se duerme mejor...