Opinión
Mónica García quiere sacar tajada del fin de Muface
La derivación de pacientes es una bomba de relojería para Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso
Mónica García aspira a sacar tajada de la muerte programada de Muface y, en este contexto, hay que enmarcar el informe que filtró el pasado martes a los medios de comunicación avalando la extinción de este modelo sui generis de atención sanitaria a los empleados públicos. Aunque las apariencias podrían indicar que el gran perjudicado sería el Ministerio de Sanidad, pues alrededor de 1,5 millones de funcionarios y beneficiarios pasarían a recibir asistencia en la sanidad pública, que ya registra listas de espera récord, la desaparición del mutualismo administrativo pondría en realidad en muy mala situación a las comunidades, que son las que tienen las competencias, y, particularmente, a dos de las que más cuestionan el trabajo de la anestesióloga como máxima autoridad sanitaria del Estado: Andalucía y Madrid. Cada una de ellas tendría que asumir la asistencia de en torno a 400.000 pacientes adicionales, tratándose además de un colectivo muy envejecido e hiperfrecuentador de servicios sanitarios por las escasas tasas de reposición en la Administración pública. Una bomba de relojería para Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso en un área tan sensible como la sanitaria, que tantos votos da y quita.
La muerte de Muface dejaría además en mal lugar a Óscar López, ministro de Función Pública y posible elegido para liderar al PSOE en su eterna lucha por reconquistar Madrid. ¿Con qué legitimidad podría atacar a la presidenta popular en el área sanitaria, si con él se produce tal transferencia de pacientes? Tal decisión le debilitaría en caso de que recale en Madrid como estilete opositor y beneficiaría a la ultraizquierda, que siempre demandó la desaparición de Muface y el fin de los privilegios para la «casta» funcionarial.
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