Opinión

Mónica García vuelve con más humo y más burocracia

La sanidad pública se juega su futuro con la reforma del sistema de financiación

Monica García
Monica GarcíaEp

El Ministerio de Sanidad que dirige Mónica García ha empezado el nuevo curso de forma similar a como acabó el anterior: con la venta de humo mediático y el anuncio de futuras reformas cuya aplicación mantendría, en el mejor de los casos, la burocracia que soportan los agentes implicados. Aludo en concreto al plan nacional de prevención del suicidio, del que apenas se han anunciado bosquejos de lo que algún día llegará a ser si es que García se anima a acabarlo y sigue en el puesto, lo cual es dudoso, teniendo en cuenta que desde que llegó Pedro Sánchez al poder se han sucedido los ministros de Sanidad, a razón de uno por año.

Y aludo también a la reforma de la legislación farmacéutica, pensada en parte inicialmente para mejorar el procedimiento de autorización de los nuevos medicamentos que aspiran a llegar al mercado, pero que mantiene procedimientos, posicionamientos terapéuticos, análisis en comisiones y otros obstáculos que son los que hacen que ahora lleguen con un retraso de más de 600 días a los pacientes, sin contar en este plazo las trabas que imponen a su vez las comunidades y los hospitales.

Mientras el Ministerio se entretiene en tales menesteres y la ministra es silenciada por Pedro Sánchez en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros, la sanidad pública se juega su futuro de forma paralela con la reforma del sistema de financiación con la que el presidente del Ejecutivo pretende encubrir el trato de favor a Cataluña a cambio de los votos de los independentistas, y de cuyo impacto sanitario ya habrá tiempo de hablar, y con una actualización de la financiación de Muface que parece elevada pero que no bastará para atender bien a los casi dos millones de mutualistas acogidos hoy a este sistema.