Entrevista

«La nanotecnología y las plantas revolucionarán el tratamiento oncológico»

Entrevista a David G. Jara, bioquímico y científico, autor del libro «Los secretos de flora», Ariel (Editorial Planeta)

David G. Jara
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Amante de la naturaleza, David G. Jara propone en «Los secretos de flora» revelar el vínculo más profundo que mantenemos con las plantas a través de historias humanas y hallazgos científicos.

Asegura que no existe nada tan falaz como la mansedumbre de una planta.

Así es. Estamos tan acostumbrados a su silenciosa compañía que rara vez somos conscientes de que nos encontramos ante los más poderosos alquimistas de la naturaleza. Las plantas producen multitud de sustancias químicas que pueden hacernos vivir realidades diferentes, quitarnos la vida en un suspiro y, especialmente en forma de fármacos, también mejorar nuestra existencia.

¿Están infravaloradas?

Es probable que así suceda para el individuo urbanita. Sin embargo, las antiguas culturas tradicionales han empleado desde siempre el poder curativo de las plantas. También la ciencia sabe sobradamente que el reino vegetal constituye una gigantesca despensa de la que abastecerse en la fabricación de medicamentos, y acostumbra a buscar en él la solución química a un problema médico.

¿Son la medicina más potente?

Las plantas producen tal cantidad de metabolitos secundarios que no es difícil encontrar alguna sustancia que sea de utilidad para fines humanos. Un solo dato puede resultar esclarecedor: más del 25% de los medicamentos de la farmacopea actual procede directa o indirectamente del reino vegetal.

¿Cuáles son sus mayores peligros?

Las plantas fabrican poderosísimos venenos que pueden terminar con la vida de un ser humano en minutos, y algunos de ellos, como la abrina o la ricina, pueden ser empleados en ataques terroristas a gran escala. No obstante, el gran peligro lo constituyen las diferentes drogas que se extraen de las plantas o que son sintetizadas en el laboratorio como derivados de ellas (clorhidrato de cocaína, heroína, fentanilo...).

En su libro habla del cannabis y ya se está abriendo su uso en aplicaciones terapéuticas. ¿Será una revolución sanitaria más pronto que tarde?

En nuestro país ya se está empleando un fármaco para tratar la espasticidad en enfermos de esclerosis múltiple cuyo principio activo es un cannabinoide; y recientemente se ha aprobado un medicamento a base de CBD (cannabidiol), que carece de la actividad psicoactiva que sí tiene el THC (tetrahidrocannabinol), para su uso en ciertos tipos de epilepsia. El empleo de los cannabinoides como fármacos parece tener un futuro prometedor. Sin embargo, el principal problema con el que habrá que lidiar será el de evitar la potente dependencia que algunas de las sustancias fabricadas por la planta de la Cannabis sativa producen en el individuo.

Nada que ver con el cacao o la cafeína...

La cafeína presente en la planta del café, del té o en la nuez de cola, es un tipo de molécula que, al igual que la teobromina que abunda en la planta del cacao, activa nuestro sistema nervioso. Un consumo racional de café, té o cacao no conlleva ningún peligro para el ser humano y sí ciertos beneficios. Por ejemplo, sabemos que una sustancia presente en el cacao, llamada epicatequina, es capaz de inducir la liberación de óxido nítrico (un potente vasodilatador) en el cerebro, que mejora su irrigación, y se sospecha que de ese modo disminuye el riesgo de accidentes cerebrovasculares, la degeneración cognitiva y la probabilidad de desarrollar alzhéimer.

¿Qué revolución está por llegar?

Es en el ámbito del tratamiento oncológico donde las sustancias vegetales, combinadas con la nanotecnología, parecen tener más futuro. Hace un par de años un grupo de científicos consiguió fabricar unas minúsculas partículas de oro utilizando una planta muy común en nuestros jardines conocida como vinca, que produce sustancias capaces de destruir las células cancerosas, y el pequeño tamaño de las partículas de oro las permite ser dirigidas (como si de una bala se tratara) directamente a la célula enferma, sin dañar a las sanas. La unión de la química de las plantas y la nanotecnología promete darnos muchas satisfacciones en el campo del tratamiento oncológico a medio plazo.