Entrevista

«Los psicobióticos son algo prometedor para abordar la salud mental»

Entrevista a Débora Nuevo Ejeda, jefa de la Unidad de Longevidad y Microbiota de Olympia Quirónsalud

Débora Nuevo
Débora NuevoARCHIVOLA RAZÓN

1.¿La microbiota intestinal y la salud mental están conectadas?

Sí, y cada vez tenemos más pruebas de ello. El intestino y el cerebro están unidos por el llamado eje intestino-cerebro, un sistema de comunicación en el que participan el nervio vago, el sistema inmunitario y sustancias químicas que fabrican las bacterias intestinales. Todo esto hace que el estado de nuestra microbiota pueda influir en cómo nos sentimos a nivel emocional y cognitivo.

2. ¿Un desequilibrio en la microbiota se relaciona con ansiedad y depresión?

Diversos estudios muestran que las personas con depresión o ansiedad suelen presentar alteraciones en la composición de su microbiota intestinal. Se han identificado patrones de “disbiosis” que favorecen procesos inflamatorios o alteran la producción de neurotransmisores. Esto no significa que la microbiota sea la única causa, pero sí un factor que contribuye al desarrollo o mantenimiento de los síntomas.

3. ¿Y al revés? ¿La ansiedad y la depresión pueden alterar la microbiota?

Sí, la relación es bidireccional. El estrés crónico y los trastornos emocionales influyen sobre la motilidad intestinal, la permeabilidad y las secreciones digestivas, lo que a su vez cambia el equilibrio de la microbiota. En otras palabras, lo que pasa en la mente afecta al intestino, y lo que pasa en el intestino afecta a la mente.

4. ¿Cómo se comunica la microbiota con el cerebro?

La comunicación es constante y se da a través de varios canales:

- Nervio vago, que actúa como una “autopista” directa entre intestino y cerebro.

- Sistema inmunitario, mediante moléculas inflamatorias o antiinflamatorias que modulan la actividad cerebral.

- Metabolitos y neurotransmisores que fabrican las bacterias intestinales: no solo influyen en la producción de ácidos grasos de cadena corta, sino también en la de neurotransmisores. De hecho, se estima que alrededor del 95% de la serotonina y hasta un 80% del GABA del cuerpo se producen en el intestino. Aunque no atraviesan directamente la barrera hematoencefálica, sí modulan la actividad neuronal de forma indirecta a través del nervio vago y de rutas metabólicas como el triptófano.

En resumen, la microbiota influye en el cerebro tanto por vías nerviosas y defensivas como por vías químicas, participando activamente en la regulación del estado de ánimo y la función cognitiva.

5. ¿Cómo afecta la microbiota al cerebro?

Una microbiota diversa y equilibrada ayuda a reducir la inflamación sistémica, proteger la barrera hematoencefálica(la “muralla” que protege al cerebro) y a favorecer la producción de sustancias reguladoras del ánimo. Por el contrario, una disbiosis puede aumentar la inflamación, alterar el metabolismo de neurotransmisores y contribuir a síntomas de ansiedad, depresión o incluso a problemas cognitivos.

6. ¿Cuál es la mejor dieta para la microbiota y la salud mental?

La evidencia más sólida apunta a la dieta mediterránea, rica en verduras, frutas, legumbres, frutos secos, aceite de oliva virgen extra y pescado. Este tipo de alimentación aporta fibra y polifenoles que nutren a las bacterias intestinales beneficiosas. Se ha visto en ensayos clínicos que puede mejorar síntomas de depresión cuando se incorpora junto al tratamiento habitual.

7. ¿Es verdad que ciertas cepas de probióticos han mostrado beneficios en la reducción de síntomas de ansiedad y depresión?

Sí, existen “psicobióticos”, que son cepas probióticas estudiadas por sus posibles efectos en salud mental, como algunas de los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium. Los resultados son prometedores, pero siempre deben entenderse como un complemento dentro de un abordaje integral, como una ayuda muy útil ala terapia psicológica o farmacológica.

8. ¿Es verdad que el 80% de la serotonina se produce en el tracto digestivo?

Así es: más del 90% de la serotonina del cuerpo se fabrica en el intestino, gracias a unas células especiales llamadas enterocromafines. Ahora bien, esta serotonina no pasa directamente al cerebro porque existe la barrera hematoencefálica. Su efecto es más indirecto, influye es el metabolismo del triptófano, el aminoácido precursor de la serotonina. La microbiota intestinal puede dirigir el triptófano hacia la ruta de serotonina o desviarlo hacia la ruta de la quinurenina (asociada a inflamación y depresión).

9. ¿También podría existir relación con los trastornos degenerativos tipo párkinson o alzhéimer?

Sí, hay una línea de investigación muy activa. En Parkinson, se ha observado que los cambios intestinales y de la microbiota pueden preceder incluso a los síntomas motores, y se sospecha que proteínas anómalas podrían viajar desde el intestino al cerebro. En Alzheimer, también se han descrito alteraciones de la microbiota relacionadas con procesos inflamatorios. Aún no podemos hablar de causalidad, pero todo indica que el intestino podría jugar un papel relevante en estas enfermedades.

10. ¿Cómo tenemos que cuidar la microbiota para prevenir todo esto?

Las claves son sencillas, aunque requieren constancia:

1. Seguir una dieta mediterránea rica en fibra y alimentos frescos.

2. Dormir bien y gestionar el estrés, que son grandes moduladores del eje intestino-cerebro.

3. Hacer ejercicio físico regular.

4. Evitar el abuso de antibióticos, tabaco y alcohol.

5. Y, en algunos casos , recurrir a probioterapia ( psicobióticos) bajo criterio médico.