Salud Mental
Una semana para activar el apoyo psicológico tras la DANA
Recibir esta ayuda en las primeras 48 horas reduce a la mitad los niveles de ansiedad y de depresión en los afectados
Las víctimas de la DANA necesitarán tiempo para poder procesar lo vivido el 29 de octubre. Y «cuanto antes reciban atención psicológica, antes podrán empezar este duelo. Siempre decimos que hay que volver a la rutina cuanto antes, en cuanto sea posible», explica Lola Portela, miembro del grupo de Psicología de Urgencias, Emergencias y Catástrofes del Colegio de Psicólogos de Madrid.
En este caso pueden pasar semanas, meses, pero lo harán. El apoyo psicológico por parte de expertos en emergencias es crucial.
«Sin embargo, también ha habido retraso en poner en marcha la ayuda psicológica. Cuando podíamos haber estado desde el principio en centros de afectados para acompañar en la comunicación de fallecimientos o desaparecidos, en centros de descanso de intervinientes para ayudarles a seguir al día siguiente con su labor, en centros de coordinación de emergencia, en centros de realojados y por supuesto en atención telefónica. Hasta una semana después no se ha iniciado el apoyo psicológico y eso impide y retrasa el afrontamiento del duelo», denuncia Portela.
«Si el apoyo psicológico se aplica en las primeras 48 horas tras el evento traumático se reducen prácticamente a más de la mitad el padecimiento de la ansiedad y de la depresión, que son los trastornos más frecuentes junto con el trastorno de estrés postraumático», precisa Vanesa Fernández, doctora en psicología y profesora de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Estado de shock, sensación de que lo que se ha vivido es irreal al inicio, estar confundido e hiperalerta a continuación y también miedo, desesperanza, malestar físico, alteración del sueño y del apetito. Son, según Portela, «respuestas adaptativas y esperables del estrés agudo». Generalmente aparecen en las primeras semanas. «Pero pasadas 4-6 semanas se pueden presentar problemas o patologías que podrían prolongarse en el tiempo», por eso, incide Portela, «es tan importante la atención temprana».
Especialmente importante es en el caso de los menores, que «tienen un mayor riesgo de trauma al tener unas estrategias de afrontamiento más limitadas. En estos casos, sus reacciones suelen ser más a nivel de rabietas, problemas de conducta y regresión a niveles anteriores, como volver a hacerse pis en la cama. Todo eso es normal», afirma Portela.
En estos casos es importante velar por su descanso y su alimentación, pero también hay que conseguir que «tengan momentos de evasión de la realidad a través de una actividad agradable como pintar o jugar (en el caso de los adultos también es importante dar ese descanso al cerebro), y estar conectados con otros niños. Es decir si falta el colegio, hay que facilitar un encuentro con otros niños y profesores», detalla Portela.
«También es importante darles la opción de participar en los rituales de despedida y no mentirles, aunque eso no quiere decir que se les tenga que dar toda la información, y dársela lo antes posible para evitar que crean realidades distorsionadas», añade.
Por edades, «los menores de cinco años estarán influenciados por las reacciones de los adultos, y tendrán miedo a ruidos, a la oscuridad, a sentirse solos. Pueden estar hiperactivos o todo lo contrario. De seis a 11 años podrá haber un aumento de pesadillas, de arrebatos y de conflictos con sus iguales», detalla Inmaculada Aragón, miembro de la Junta Directiva de Sociedad Española de Psicología Aplicada a Desastres, Urgencias y Emergencias.
En el caso de los adolescentes, «unos romperán a llorar, tendrán rabia y otros no dirán nada. También hay que atender esto», incide Paula Armero, coordinadora del Comité de Salud Mental de la Asociación Española de Pediatría.
«A medio plazo los trastornos por estrés agudo aumentarán, también los flashbacks, no querrán ir a ciertos lugares, aumentarán los ''y si'', y si no se hubiera ido mi hermano cuando empezaron las lluvias... problemas de adaptación», añade Aragón.
Pero a pesar de ser los más vulnerables y tener más riesgo de trauma, «si reciben apoyo para procesar lo que han y están viviendo se suelen recuperar antes que los adultos», asegura Portela.
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