Oftalmología

En vacaciones, mucho ojo con los problemas visuales

En esta época sube la incidencia de sequedad ocular, inflamación de córnea, conjuntivitis y otros problemas

Lesiones oculares en verano
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El verano, además de conllevar un aumento de las temperaturas, puede suponer un cambio de hábitos que exponen a nuestro cuerpo a factores externos, como el agua salada del mar, el cloro de las piscinas, la exposición al sol o a patógenos «exóticos» que puede causar problemas en nuestra salud ocular.

«Si bien es cierto que podemos sufrir una enfermedad oftalmológica en cualquier mes del año, en España con veranos tan calurosos y cada vez más largos, podemos notar una mayor incidencia de sequedad ocular, queratitis, conjuntivitis irritativas –provocadas por una sobreexposición al agua salada o al cloro de las piscinas– y problemas relacionados con largas exposiciones al sol en la playa o la montaña», explica Daniel Pérez, oftalmólogo del Hospital Universitario de Torrejón, en Madrid.

Los rayos ultravioletas (UV) del sol, en exposiciones largas, pueden producir una inflamación en la córnea del ojo. «A largo plazo estas radiaciones aumentan la incidencia de cataratas o de degeneración macular por el estrés oxidativo que produce sobre nuestro ojo», advierte Pérez. Además, aconseja utilizar unas gafas de sol homologadas con filtro UV y, si es posible, combinarlas con una gorra o sombrero: «Si se usan unas malas y oscuras harán sombra sobre nuestros ojos, dilatando las pupilas y permitiendo que la luz UV entre más, produciendo daños sobre la córnea, el cristalino y la retina».

No todos los factores de riesgo tienen que ver con el sol, también es necesario proteger la vista de ciertos elementos que encontramos en el agua. La salada del mar puede provocar irritación y sequedad ocular al absorber la humedad de nuestros ojos, mientras que el cloro empleado en las piscinas puede causar un desequilibrio en la capa protectora de la superficie ocular, generando irritación y enrojecimiento.

Además, dentro del agua del mar y de la piscina conviven amebas, bacterias y/o enfermedades contagiosas que pueden afectar a nuestra salud ocular si nos sumergimos y abrimos los ojos en ella. Estas infecciones pueden incluso derivar en afecciones graves produciendo úlceras o queratitis, que se pueden sobreinfectar con dichas bacterias o amebas. Los usuarios de lentillas son más susceptibles a estas lesiones, por lo que es importante no bañarse con ellas puestas.

Ronald Sánchez, oftalmólogo y especialista de Miranza, recuerda que «a la hora de bucear es imprescindible el uso de gafas de buceo. Su empleo evitará lesiones oculares como la queratoconjuntivitis irritativa o que se pronuncie alguna afección abierta que no nos ha molestado hasta el momento y que puede verse afectada».

Y son del todo necesarias en las piscinas con cloro ya que éste puede producir escozor, enrojecimiento y ardor ocular: «El contacto del cloro y otros productos químicos empleados en el mantenimiento del agua de la piscina pueden alterar la película lagrimal dejando al ojo desprotegido y ocasionando enrojecimiento, incomodidad y visión borrosa», continúa.

Otro problema que se puede dar en estas fechas es la sequedad ocular. Para evitarla desde el Instituto Oftalmológico Fernández Vega (IOFV) recomiendan controlar los factores ambientales como el uso del aire acondicionado, protegerse del sol y el viento.

En los viajes a lugares exóticos

Por último, están las enfermedades del viajero, aquellas que ocurren cuando vamos a ciertos países. Causadas por microbios como bacterias, virus y parásitos, algunas pueden llegar a afectar a nuestra salud ocular, ocasionando molestias y, en casos graves, comprometiendo la visión.

La oncocercosis o la conjuntivitis infecciosa son dos de las enfermedades del viajero más comunes que afectan a la salud visual. En el caso de la oncocercosis, conocida como la ceguera de los ríos, es transmitida por la picadura de moscas negras infectadas. El compromiso ocular puede variar desde trastornos visuales leves hasta la pérdida total de la visión. Es fundamental tomar medidas preventivas, como el uso de repelentes de insectos y ropa protectora, en áreas donde esta enfermedad es endémica como Brasil, Venezuela y África.

Por otro lado está la conjuntivitis infecciosa. Sus causas son muy variadas, «aunque principalmente es ocasionada por bacterias, virus, gérmenes o sustancias alergénicas que se encuentran en el ambiente. En cuanto a su contagio, tiene una ventana de entre 7 y 14 días y se puede transmitir solo con pasar la mano por los ojos después de tocar una superficie u objeto que haya tocado antes una persona infectada», comenta Luis Fernández-Vega Cueto-Felgueroso, del IOFV.

«La prevención es la mejor herramienta para cuidar nuestra visión mientras exploramos el mundo. Por ello, se debe extremar la higiene y lavarse siempre las manos, usar gafas homologadas, no compartir toallas, sábanas, ropa, productos cosméticos o protector solar facial –sobre todo si hay sospecha de infección– así como evitar frotarse los ojos», concluye el especialista.