Opinión
Vergüenza
El negacionismo machista niega la realidad incómoda de la violencia de género
«Qué terrible falta de respeto por la igualdad, qué terrible falta de respeto hacia las mujeres, qué terrible machismo». Estas son palabras de la ministra de Igualdad dirigidas a un diputado conservador en la sesión de control del Congreso que expresan a la perfección el sentimiento de muchas mujeres feministas, también hombres, que ya están (estamos) hartas de que todo valga para arremeter contra el feminismo, la igualdad de género, los derechos de las mujeres y la lucha contra la violencia machista.
El negacionismo machista niega la realidad incómoda de la violencia de género, con un discurso rancio y peligroso que difumina la violencia de género en la violencia intrafamiliar y doméstica; que habla de denuncias falsas y de la criminalización de los hombres, que boicotea los minutos de silencio y las declaraciones institucionales de condena; que interpone recursos de inconstitucionalidad, que impulsa la agenda antiderechos sexuales y reproductivos… Y que cuando llega a las instituciones y a los Gobiernos recorta presupuestos y elimina políticas públicas de igualdad.
Con esto los portavoces del negacionismo, además instalan la desafección hacia la lucha contra la violencia de género y el feminismo; a la vez que hacen que las mujeres se vean más desprotegidas y pierdan confianza en las instituciones. Un negacionismo retrógrado que devalúa la calidad de nuestra democracia; y que, aunque siempre ha existido, ha resurgido en la escena pública y política tras el punto de inflexión que han supuesto los pactos entre la derecha y la extrema derecha en los diferentes gobiernos. Este punto de inflexión ha arrastrado a la esfera conservadora de nuestro país a ser portavoz de la ideología de los márgenes, retrógrada y antifeminista; en lo que está siendo una nueva edición del neoconservadurismo católico.
Para cuándo la derecha española entenderá que en vez de involucionar y atacar los derechos de las mujeres puede seguir la estela de Simone Veil que desde la óptica de un gobierno conservador defendió posturas feministas y despenalizó el aborto en Francia ya en 1975. ¡Ay! cuánto pesa aún la sombra de la dictadura en nuestra querida España.
«Vergüenza, vergüenza, vergüenza».
Carmen Montón, embajadora observadora permanente ante la OEA y la OPS. Exministra de sanidad, consumo y bienestar social.
✕
Accede a tu cuenta para comentar