Coronavirus

“En el metro la gente nos mira como si lleváramos un arma y les fuéramos a matar”

La embajada alerta de «discriminación». Los vecinos chinos de Usera lamentan el cierre de algunos de sus negocios por el miedo de los españoles al coronavirus

Los chinos se sienten estigmatizados. La gente les mira con recelo por la calle como si todos ellos fueran focos de infecciones y portadores del coronavirus. Ayer mismo, el encargado de Negocios de la Embajada China en España, Yao Fei, realizó esta denuncia públicamente para evitar situaciones de discriminación y apeló a la lógica para rebajar la tensión.

En Usera, donde reside la mayor comunidad de chinos de España, se sienten desprotegidos, amenazados y «marcados». Lamentan que muchos de los negocios hayan tenido que cerrar temporalmente y que la gente les mire por la calle como si fueran «bichos raros». En una tienda de alimentación, GreenFuFood, nos recibe Frengying Chen, de 71 años, con su bisnieto, Xue Hao, de 11, que hace de intérprete para nosotros. Los dos nos dicen que los españoles «se están portando muy mal con nosotros».

Notan, nos confiesan, que en el transporte público les echan miradas raras y se apartan de ellos. «Son muy mal educados con nosotros, no hemos hecho nada, pero nos consideran culpables», indica la mujer. El pequeño va más allá: «Muchas veces sentimos que nos miran como si lleváramos un arma y fuéramos a matarles». Ante tal desprecio ellos optan por «pasar, no los hacemos caso». Xue Hao nos dice que él tiene mucha familia viviendo en China y que están igual de preocupados que el resto del mundo, porque también pueden «contagiarse y morir».

En otro negocio cercano a la calle Marcelo Usera también reconocen con tristeza el «maltrato al que estamos siendo sometidos». «Yo tengo alergia y claro, toso y estornudo mucho. Cuando me subo al metro la gente se aparta y me echa unas miradas... Qué pasa, ¿que los chinos no podemos tener alergia?», apunta una trabajadora de una parafarmacia que bebe a sorbitos un té humeante. Allí han vendido mascarillas al por mayor.

De hecho, han suministrado a China centenares de unidades. «Lo que ocurre es que los proveedores han aprovechado el tirón y ahora nos las venden a tres euros cuando antes lo hacían a 50 céntimos», relata. En otro negocio de electrónica, su propietario dice que «no les estamos tratando nada bien, ¿qué culpa tenemos nosotros de que a miles de kilómetros de aquí personas de mi misma nacionalidad estén cogiendo un virus?», critica. Ahora, él se debate entre poner mascarilla a sus trabajadores o no. «En principio había decidido no hacerlo, porque, además, de cara al cliente, puede asustar más. Toda la gente que trabaja aquí lleva, como mínimo, dos años en España, así que es imposible que se haya contagiado. Pero ahora escucho que hay algunos chinos que están viniendo al país y me da miedo», reconoce.

Además se está produciendo un fenómeno curioso, una desconfianza ya no de españoles hacia la comunidad china, sino dentro de los propios chinos. «No veo lógico que les dejen venir. No pueden trabajar, si alguien viene del origen del virus tiene que quedarse en casa», asevera. Es más, varios negocios han cerrado temporalmente y bajo un cartel de «cerrado por reformas», hay otro abajo que indica que si «acaba de llegar de China, quédese en casa 14 días en cuarentena».

Por su parte, Chen, que trabaja en hostelería, afirma que el 50% de los restaurantes que hay en Usera son para chinos, es decir que no hay más clientela que ellos, «y la mayoría ha cerrado por miedo a contraer el virus. Esto va a hacer mucho daño a nuestra economía». Admite que, sobre todo, está preocupado por su madre. Residen en Qingtian, a 1.000 km de Wuhan, pero también la han blindado: «Había un señor contagiado y han puesto todo el edificio, donde residen 200 personas en cuarentena».

Por las calles de Usera, nadie lleva mascarillas y la vida transcurre con normalidad de cara a la galería, «pero la preocupación la llevamos dentro», dice un tendero de un puesto de fruta. «Yo tengo dos hijos, de 6 y 7 años, y como están acatarrados no les he llevado a la escuela, no se vaya a asustar la gente», dice. Pese a que la mayoría de ellos también mantienen la alerta entre amigos y familiares que están regresando de China, prefieren confiar en que esta epidemia pase pronto de largo. «A pesar de ello, el conflicto contra nosotros seguirá un tiempo, al menos hasta que dejen de hablar de ello en la televisión», lamenta el dependiente.