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Mujeres que dan lecciones de vida

Lucrecia Fuentes cumple 103 años y aún se pasea por Sevilla con su ángel de la guarda, una profesional del Servicio de Ayuda a Domicilio que gestiona la empresa Clece en la capital hispalense

Lucrecia Fuentes, centenaria
Lucrecia Fuentes, centenarialarazon

En la semana del 8 de marzo, Lucrecia, mujer vitalista, de mirada franca y espléndida memoria, presume de haber sido independiente desde los 17 años. Además, tomó la decisión de no casarse, lo que en su juventud era toda una demostración de autosuficiencia, y ríe sonoramente, se carcajea más bien, cuando se le recuerda el dicho que “a quien Dios no da hijos el diablo le da sobrinos”. De sobrinos, una quincena, y de una legión de sobrinos-nietos sabe más que nadie quien gusta de recibirlos en casa los días de fútbol, antes del partido. “Los invito a un vinito y yo los acompaño con una cerveza sin alcohol", celebra.

Como tantas familias españolas, los Fuentes sufrieron el desgarro de la Guerra Civil. "Mi hermano vivía en Sevilla y se quedó en zona nacional, mientras que nosotros, en la republicana, así que, imagínate… He tenido una vida de novela”, apunta, al recordar el fatídico día en el que su madre murió de parto. Su padre, que andaba delicado de salud, hubo de llevarse con él a “toda la prole” a la provincia de Granada, “primero a Motril y luego a la capital”, donde “todas las hermanas Fuentes quedamos colocadas en Telefónica”.

Lucrecia comenzó a trabajar durante la II República y se jubiló 43 años después, con la Constitución recién promulgada y tras una provechosa carrera que le permitió conocer muchas ciudades “a las que pedí trasladarme en comisión de servicios. Vivía de las dietas y ahorraba el sueldo, así pude comprarme este piso tan bonito", señala, orgullosa, desde su salón con vistas a la Giralda.

Con el cariño de su familia y la atención prestada por el Servicio de Ayuda a Domicilio, Lucrecia lucha por mantener la mayor autonomía posible. Y ese reto es el objetivo profesional de Reme Méndez, su coordinadora en el SAD de Clece en Sevilla. “Lucrecia no tiene ningún problema cognitivo. Necesita ayuda para realizar las actividades cotidianas porque su movilidad está reducida, aunque solo parcialmente: ¡con 103 años!”, exclama Reme.

“Yo la admiro mucho. Es valiente, inteligente, bondadosa. En los 10 años que lleva formando parte de nuestro servicio jamás se ha quejado por nada, es muy agradecida y tiene una capacidad de empatía fuera de lo común. Con Lucrecia he aprendido lecciones tan valiosas sobre la vida. Me siento muy afortunada de poder trabajar con ella”, reconoce, emocionada, su coordinadora.

Cada mañana, el vasto equipo de profesionales de Ayuda a Domicilio de Clece acude a multitud de hogares de personas usuarias de todo el país, como Lucrecia. Este servicio profesional, personalizado y de calidad, supone un enorme reto diario que se solo puede lograrse a través de una organización muy eficaz unida a la vocación de todos y cada uno de los profesionales que desempeñan esta labor.