Coronavirus
Los médicos reclaman “un triaje objetivo" para priorizar a los enfermos en la UCI
“No queda más remedio que disponer de una herramienta de triaje objetiva, reproducible y evaluarle”, remarca el jefe de las UCIS de dos hospitales madrileños
La avalancha de pacientes que desborda los hospitales desde hace una semana está empujando a algunos especialistas que trabajan en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIS) a adoptar decisiones drásticas como la de cribar los pacientes que pueden acceder a ellas.
La decisión de la Comunidad de Madrid de crear a contrarreloj nuevas camas de críticos en numerosas Unidades de Reanimación –conocidas como REAS en la terminología médica– y Quirófanos, en donde se emplea para ello alrededor del 90% de la superficie para este tipo de pacientes, servirá para tener entre mil y mil cien camas adicionales hasta el domingo, lo que puede aplazar la difícil encrucijada a la que se enfrentan los médicos: a quién dejar pasar a ellas y a quién no.Los facultativos se encuentran además con un problema añadido.
En el caso de que tengan que seleccionar la atención, ¿a quién deben darle prioridad? En principio, no existe un criterio uniforme al respecto. Algunos sanitarios acceden a un programa informático que determina qué pacientes graves con coronavirus tienen más posibilidades de salvarse y cuáles no.
Parámetros matemáticos
En función de unos parámetros médicos que pueden seleccionarse en dicho programa, de acceso por internet, tienen menos posibilidades de hacerlo con respecto a otros los mayores de 75 años, los infectados en estado crítico de más de 65 años con alguna patología crónica, y los menores de 65 cuya posibilidad de mortalidad exceda del 25%.
Existe, además, una pauta de actuación hipotética elaborada por las sociedades científicas de profesionales sanitarios del enfermo crítico: la Sociedad Española de Medicina Intensiva Crítica y Unidades Coronarias (Semicyuc) y la Sociedad Española de Enfermería Intensiva y Unidades Coronarias (Seeiuc), que aparece incluida en el plan de contingencia para los servicios de medicina intensiva frente a la pandemia de Covid-19 que acaban de elaborar y que sirve de guía para el Ministerio de Sanidad esta crisis.
Como ya adelantó LA RAZÓN, en él hay un capítulo dedicado a la opitimización en caso de saturación, en el que los especialistas de ambas sociedades remarcan que en caso de desbordamiento «es necesario priorizar la atención de los casos más potencialmente recuperables». Sin embargo, la falta de un criterio único para decidir puede constituir un dilema ético para el médico que tome la decisión y un problema de cómo afrontar demandas de responsabilidad civil en caso de afrontar hipotéticas demandas de familiares de pacientes afectados.
Catástrofe nunca vista
Teodoro Grau, jefe del Servicio de Cuidados Intensivos del Hospital La Luz y Hospital Quirón Sur, y médico adjunto de la UCI del Hospital Universitario Doce de Octubre, ha difundido una carta a sus compañeros del resto de las UCIS de los hospitales madrileños en la que alerta de la situación: «Nos enfrentamos a una catástrofe nunca vista por la mayoría de nosotros, que nos afecta como profesionales, como personas y, probablemente, pueda poner en riesgo nuestro modo de vida».
En el texto, recuerda que «los intensivistas debemos dar lo mejor de nosotros mismos por nuestros pacientes y usar los recursos que tenemos de una manera justa, honrada y eficiente». «Ninguna sociedad puede utilizar recursos infinitos en un solo problema cuando su propia integridad está en riesgo, tiene que dedicarlos a preservar la misma. Y nosotros tenemos que cumplir el mandato de salvar a todos los pacientes que podamos durante el mayor tiempo posible, de acuerdo con nuestras creencias y valores. No se trata de un solo paciente, se trata de todos nosotros». Por ello, recuerda que «no nos queda más remedio que disponer de una herramienta de triaje objetiva, reproducible, evaluable y revisable, basándose en los informes de nuestro comité de ética y por expertos ajenos a Semicyuc, y debe de hacerse a la mayor brevedad posible». «La sociedad y los pacientes no entenderán que no hayamos sido capaces de ser buenos y justo, intentar preservar la vida de los pacientes y dar una respuesta que preserve la integridad de nuestra sociedad. Y, por otro lado, la alternativa es el caos», concluye.
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