Coronavirus

Los niños se contagian igual que cualquier adulto

Un menor asintomático puede resultar muy contagioso. Varios estudios confirman que los menores pueden permanecer más tiempo que los adultos manteniendo una relativa capacidad de infectar a otros

Cada año, los brotes de gripe, los constipados comunes, las neumonías y otras enfermedades respiratorias infecciosas llenan de pacientes las salas de urgencias de los hospitales. También las salas pediátricas. Si algo está claro acerca de esos virus y bacterias es que algunos de ellos parecen tener una especial predilección por los niños.

De hecho, los que tenemos hijos, somos incapaces de recordar un año de su infancia sin algún episodio más leve o más grave de estas infecciones. Pero el SARS-CoV-2, causante de la pandemia actual, no da la sensación de comportarse de igual manera. Desde que se tuvo acceso a los primeros datos epidemiológicos llegados de China (el informe del Centro de Control de Enfermedades de ese país de finales de febrero), todo parecía indicar que los menores de 19 años son mucho menos vulnerables a la Covid-19. Aquel estudio arrojaba que solo el 0,9 por 100 de los casos confirmados correspondía a menores de 9 y el 1,2 a personas de entre 10 y 19 .

Contacto directo

Es evidente que los niños y adolescentes son menos propensos a desarrollar síntomas que obliguen a pedir atención médica. Pero eso, ¿quiere decir que se contagian menos o, simplemente, que, una vez contagiados, tienen menos probabilidad de desarrollar la enfermedad? Otro trabajo posterior, también realizado por expertos chinos a finales de marzo, parece haber encontrado la respuesta.

En este caso no se midieron los diagnósticos hospitalarios, sino los casos positivos con síntomas o sin ellos. Se evaluó la probabilidad de que una persona en contacto directo con un contagiado tiene de ser contagiada a su vez. Se consideró un contacto directo a personas que viven en el mismo apartamento, comparten comida, viajan o interactúan laboralmente de manera estrecha. El resultado es que el 7,4 por 100 de los menores de 10 años que tuvieron contacto directo con un contagiado dieron positivo en el test. El dato es muy similar en todas las franjas de edad. Es decir, los niños, en contra de lo que se creía al principio, pueden ser contagiados con la misma facilidad que cualquier otro individuo.

Es más, el trabajo también destacó que cuando se vive confinado en el piso de una persona enferma el riesgo de ser contagiado se multiplica por ocho. Es decir, los niños encerrados en casa pueden tener más riesgo de ser infectados, aunque afortunadamente la inmensa mayoría de ellos no desarrollará jamás síntomas. Parece obvio, pues, que los más pequeños no padecen habitualmente la enfermedad, pero sí son contagiados por el virus y por lo tanto pueden contagiarlo ellos mismos.

De las pocas cosas que se saben a ciencia cierta de este microorganismo una es que la carga viral es especialmente importante entre la última semana antes de desarrollar el primer síntoma y la primera después de desarrollarlo. Es decir, que una persona asintomática puede ser muy contagiosa. De manera que un niño asintomático, también.

Algunos estudios han detectado que la eliminación del virus en las secreciones respiratorias y las heces es más prolongada en niños con síntomas leves que en adultos. O sea, que los menores podrían permanecer más tiempo manteniendo una relativa capacidad de contagiar a otros. No está claro si en los niños asintomáticos también ocurre lo mismo. En líneas generales, podemos decir que ser niño no aumenta el riesgo de sufrir la enfermedad pero tampoco disminuye el riesgo de transmitirla.

En un segundo plano

Influidos por los primeros estudios chinos que parecían arrojar cierta inmunidad de los pequeños y por pruebas realizadas en algunas localidades italianas (que dieron datos de positivos insignificantes en la población infantil), los científicos han mantenido a los menores en un segundo plano de atención. Solo en las últimas semanas ha cobrado protagonismo el papel de la infancia en la pandemia. Sobre todo, porque es evidente que ellos resisten mejor al virus aunque lo lleven dentro. ¿Por qué? Varios estudios, entre ellos, el de la plataforma Kids Corona puesta en marcha por el Hospital Sant Joan de Deu en Barcelona, pretenden recoger datos de 500 niños y mujeres embarazadas para responder a esa pregunta.

De momento, solo contamos con teorías sin confirmar. Los niños podrían expresar de manera diferente las proteínas ACE2, que son las dianas que usa el virus para entrar en las células. También podría ser que los menores estén protegidos por inmunidades cruzadas con otros virus que les han infectado a lo largo de su vida, aunque sea corta (un infante puede tener hasta diez infecciones víricas en un mismo año que le hacen más resistente). O quizá juegue un papel importante la gran diversidad de bacterias que posee en su aparato respiratorio, que se sabe es diferente a la de los adultos. Lo cierto es que aún no sabemos por qué ellos parecen más protegidos que los mayores. Conocer ese dato podría ayudar a establecer terapias futuras.