Salud

El suicidio en los médicos, tabú

La clase médica es la que tiene la tasa de suicidio más alta de todas las profesiones, sin embargo se silencia para evitar el llamado “efecto llamada”

Los científicos necesitarían pruebas concretas de que sea más transmisible que Delta, aunque de momento, por su crecimiento, parece que no
Los científicos necesitarían pruebas concretas de que sea más transmisible que Delta, aunque de momento, por su crecimiento, parece que noJesús DigesAgencia EFE

Los problemas de salud mental siguen estando estigmatizados, incluso cuando afectan a los profesionales sanitarios, quien son precisamente los que velan por la salud de las personas. Numerosas de las complicaciones de esos trastornos se expresan en episodios de estrés, depresiones y, en el peor de los casos, suicidio. Precisamente, la clase médica, incluidos los MIR (Médico Interno Residente), es la que tiene la tasa de suicidio más alta de todas las profesiones, sin embargo se silencia para evitar el llamado “efecto llamada”.

Jesús Linares, del Colegio de Psicólogos de Madrid, cuando un facultativo se quiere suicidar suele mostrar síntomas de tristeza y depresión. Sin embargo, como apunta, en ocasiones no es así y lleva una vida aparentemente normal, pues alguien que está deprimido y se pasa el día en la cama, sin fuerzas, es difícil que llegue a tal extremo.

“Son personas que sufren mucho –explica el psicólogo- y no es que no valoren la vida, sino que el sufrimiento es tan intenso y prolongado, que llega un momento en que necesitan librarse de él. En muchos casos presentan conductas de cierre, es decir, desean marcharse en paz, dejando las cosas arregladas. Y, por lo mismo, se muestran más cariñosos de lo habitual, quieren quedar con los amigos, pedir perdón a alguien si así lo sienten”.

Según este experto, no se favorece en absoluto el que el médico pida ayuda, porque “se ha convertido en un tema tabú y así se evita el efecto llamada, lo que causa mayor estrés y vergüenza en quienes necesitan pedir ayuda. Nos acostumbran y nos educan para no pedir ayuda cuando somos adultos, y se convierte en una actitud negativa e invalidante”.