El origen de la pandemia

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El primer informe de los expertos de la Organización Mundial de la Salud sobre el origen de la pandemia parece no contentar a nadie… salvo al Gobierno chino

Una persona vestida con traje de protección se asoma al balcón del hotel donde fueron alojados los miembros de la delegación internacional de científicos
Una persona vestida con traje de protección se asoma al balcón del hotel donde fueron alojados los miembros de la delegación internacional de científicosALY SONGREUTERS

El informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) con las conclusiones de su investigación independiente sobre los orígenes del coronavirus en China ha arrojado un primer gran vencedor: China. Al menos eso puede desprenderse tras analizar el entusiasmo con el que la prensa estatal del país asiático ha acogido el trabajo realizado por los científicos de la OMS.

China Daily, el periódico oficial que sirve de órgano de comunicación para lectores internacionales interesados en la actualidad asiática, tituló la noticia con un significativo: «La OMS reconoce que el origen del virus no puede ser asignado a ningún lugar geográfico concreto». Global Times informó por su parte de que la organización internacional «estaría dispuesta ahora a buscar el foco de la pandemia en el sudeste asiático».

Nadie esperaba que el trabajo de semanas realizado por el comité de expertos internacionales en las cercanías de Wuhan arrojase grandes sorpresas, activara alguna línea de sospecha inesperada o escociera al Gobierno chino. Pero la sorpresa saltó de manera sutil. La OMS dejó la puerta abierta a apoyar la versión que más ha perseguido el Gobierno de Xi Jinping desde el comienzo de la crisis sanitaria: «Que no puede descartarse que el virus naciera fuera de las fronteras chinas y llegara al mercado de Wuhan en algún alimento congelado en el extranjero».

Tanto es así, que el New York Times decidió, un día después de la publicación del informe, enfocar la noticia como «un triunfo en toda la regla para las relaciones públicas chinas».

El grueso de la delegación de la OMS a China ha pasado 27 días en el país (14 de ellos de cuarentena) recopilando toda la información que las autoridades les han permitido cotejar tras meses de duras negociaciones sobre el modelo y las fechas del viaje.

Si hubiera que resumir los resultados de sus pesquisas en un solo título este sería: «Hay que seguir investigando». El rastreo del origen del virus es «un trabajo en curso», según sentencia el propio informe. «Este es solo el comienzo del camino. Queda mucho trabajo por hacer después de las pistas recopiladas en China», declaró Peter Daszak, zoólogo miembro de la misión.

De hecho, el propio Daszak se convirtió en gran defensor del trabajo de las autoridades chinas después de que portavoces del Departamento de Estado de Estados Unidos pusieran en duda las conclusiones del informe. La nueva administración Biden parece no aceptar el resultado y ha anunciado «una investigación particular con nuestros socios».

El portavoz Ned Price ha declarado de hecho que «claramente, China no ha sido del todo transparente hasta ahora. Vamos a analizar toda la información que tenemos a través de nuestra inteligencia antes de lanzarnos a validar conclusiones que pueden estar motivadas por razones extracientíficas».

El varapalo al informe de la OMS no queda ahí. La revista Nature ha publicado esta semana su análisis sobre los datos ofrecidos por el organismo internacional bajo el título «los mayores misterios siguen sin ser resueltos». Durante meses, el Gobierno chino se resistió a permitir el acceso de los investigadores de la OMS a su territorio. Cuando lo hizo, solo admitió la llegada de un equipo de 14 científicos con grandes limitaciones. Durante 12 días los expertos pudieron visitar algunos laboratorios, centros de epidemiología e instalaciones de los mercados de Wuhan.

El pasado martes se hicieron públicos los resultados del escrutinio. La OMS afirma que no existe evidencia en población China antes de diciembre de 2019. Se sugiere que los primeros contagios en el país pudieron tener lugar a finales de noviembre o primeros días de diciembre. El primer caso reportado sale a la luz el 8 de diciembre.

Uno de los objetivos de las pesquisas era establecer el foco exacto del inicio de la pandemia. Y en la respuesta a esta pregunta es donde los miembros de la OMS se muestran más imprecisos. El estudio confiesa que el mercado de mariscos de Huanan pudo ser «al menos uno de los primeros lugares donde se extendió el virus». De lo que sí hay certeza es de que entre los visitantes y trabajadores del mercado, el SARS-CoV-2 se extendió con facilidad durante ese último mes de 2019.

La viróloga Marion Koopmans, miembro del equipo investigador, reconoce sin embargo que «sabemos que se extendió allí, pero esa no es la historia completa. No podemos identificar si el virus llegó a través de un visitante o un comerciante o a través de un producto». En lo que sí es taxativo el informe es en negar rotundamente la hipótesis de que la enfermedad tiene su origen en una fuga de un laboratorio.

«La posibilidad de un escape de una instalación científica es extremadamente improbable». Los argumentos que se exponen incluyen que no haya habido registro de la existencia del virus anteriormente (algo que quedaría teóricamente recogido en los archivos de los laboratorios que hubieran trabajado con él) y que «los resposables de los citados laboratorios también lo consideran muy improbable», en palabras de Peter Ben Embarek, el jefe de la delegación de la OMS.

Así las cosas, las teorías que quedan como más probables a ojos del organismo son que el virus realmente tuvo un origen animal, que pasó a los seres humanos y que entre las posibles cadenas de transmisión se encuentra el contagio directo desde el animal inicial (posiblemente un murciélago) y el hombre, la intermediación de otra especie (que es imposible aún identificar) o la transmisión a partir del consumo de alimentos congelados que pudieron llegar de fuera de China. La indefinición de la teoría y, sobre todo, la inclusión entre las posibles causas de la transmisión por alimentos extranjeros (que es una tesis exculpatoria para las autoridades chinas) han causado las mayores críticas al informe elaborado.

«Es el apoyo más evidente que ha recibido el relato oficial de lo hechos del Gobierno Chino desde una autoridad extranjera», declaró Yanzhong Huang, encargado de salud global en el Council on Foreing Relations. En opinión de este miembro de «think tank» independiente, «la investigación se ha realizado bajo los parámetros que el Gobierno chino dictó». Y es que la mera inclusión de la tesis de los congelados en el abanico de posibles orígenes es una victoria en toda regla para la diplomacia de Xi Jinping.

La mayor obsesión del aparato de comunicación chino durante toda la pandemia ha sido tratar de desviar la atención hacia otros países. De hecho, el embajador chino en Estados Unidos, Cui Tiankai, llegó a decir que era necesario que la OMS enviara un comité de expertos a Estados Unidos para investigar el origen de la crisis sanitaria.

A todas luces, cada vez se hace más evidente que las autoridades chinas no actuaron con rapidez y transparencia en las primeras semanas del inicio de las infecciones. Y la diplomacia del país da por perdida la batalla por tratar de demostrar lo contrario. Parece aceptado que China fue poco diligente y que sus errores condujeron a una expansión incontrolada del mal.

Pero al gigante comunista le queda una baza para salvar al menos la cara, y a ella se han jugado todas las monedas: tratar de demostrar que el virus surgió fuera de allí, que llegó en pescados o carne congelada desde el extranjero y que Wuhan no fue la fuente sino la víctima principal de la pandemia.

Los expertos de la OMS han dado combustible a ese relato. Saben que ahora les queda un largo camino por recorrer hasta esclarecer (si se esclarece algún día) lo que realmente pasó. Pero también son conscientes de la presión que han arrojado sobre su credibilidad al comprar parte del argumentario chino. El tiempo dirá quién tiene razón.