Opinión
Rodar en el cielo
El coronavirus se ha llevado también a Hugo Stuven, el histórico realizador de televisión española nunca jubilado. Porque Hugo no podía parar de crear cosas bonitas. Así que estos últimos años se dedicaba con devoción a colaborar con Asociaciones que ayudan a los necesitados. Se pateó todas las cárceles de la Comunidad de Madrid hablando a los presos sobre la historia de la televisión, hizo dos reportajes sobre la situación de la Cañada Real, colaboró con aquellos que necesitaban dejar constancia de la injusticia y la vulnerabilidad humana. Nunca se cansaba cuando el objetivo era bueno. Yo le conocí hace pocos años, quería grabar a mis “Caídos del Cielo”. Quedamos en el café Barbieri de Lavapiés; y apareció un hombre alto, lúcido y risueño. Le dolía una rodilla, pero disimulaba con gracejo. Hugo no quería parecer mayor, no se sentía mayor, no era mayor. Desayunamos y le detallé mi proyecto. Aquí me tienes, me contestó, vamos a hacer algo inolvidable. ¿Cuándo empezamos? Le conté las fechas y torció el gesto. ¿No puedes esperar un poco? Creo que me tienen que cambiar esta rodilla por una nueva. Yo pensé que eso no era un poco, que colocarte una prótesis de rodilla tiene una recuperación larga. Pero no le desanimé: no importa, compañero, los Caídos siempre estamos haciendo alguna, cuando estés recuperado nos ponemos a rodar. Hugo, el hombre eterno, se operó y asistió con su bella mujer, y sin cojear, a un documental hecho por otro. Estaba emocionado viendo a los sin hogar hacer teatro. Antes de irse me recordó nuestro compromiso.
Qué sí, qué sí, querido, que esperes cámara en mano allí. ¿Quién dijo que no se rueda en el cielo?
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