Fraude
La gran promesa de Silicon Valley que estafó hasta a Clinton con sus test de sangre
Elisabeth Holmes prometió revolucionar la industria sanitaria y ahora se enfrenta a juicio por fraude
Un test rápido y una sola gota de sangre son suficientes para detectar un buen número de enfermedades. O al menos eso era lo que prodigaba Elizabeth Holmes, fundadora y directora ejecutiva de la empresa Theranos, que alardeaba de haber inventado una máquina que se alzaría como la revolución de la tecnología de las pruebas de laboratorio.
Edison, el artilugio que había desarrollado, prometía que con un simple pinchazo, una gota de plasma y unas pocas horas podría llegar a descubrir más de 200 enfermedades distintas realizando la prueba desde cualquier farmacia. Parecía el fin de los clásicos análisis de extracción de sangre por vena, más lentos y costosos.
Pero en 2015, el periódico estadounidense «The Wall Street Journal» destapó la liebre de esta «start up» de Silicon Valley, valorada en casi 9.000 millones de dólares, que llegó a contar con inversores de la talla de la familia Walton (fundadores de los supermercados Walmart), el magnate de la prensa Rupert Murdoch, Larry Ellison, co-fundador de Oracle y hasta al ex vicepresidente Bill Clinton. No solo eso, sino que entre los miembros del Consejo hasta el mismo Henry Kissinger, antiguo secretario de Estado de Estados Unidos, ocupó un sillón en lo que tal vez sea una de las mayores estafas en el ámbito de la salud.
Y es que, según un soplo de un trabajador de la propia compañía, la tecnología que Theranos había desarrollado operaba de forma inconsistente y los test realmente se realizaban a puerta cerrada en equipos de laboratorio tradicionales. Nada innovador.
Empezaba la caída en picado de la que una vez fue comparada con Steve Jobs, personaje al que idolatraba y hasta imitaba, cultivando esa imagen pública de ejecutiva agresiva siempre vestida con jerséis de cuello vuelto negro. De hecho, muchos apuntaban que esto podría llegar a ser el Apple del cuidado y la salud y hasta la propia Holmes aspiraba a que en todos los hogares hubiera una máquina Edison.
También alimentó su historia personal para crear una especie de aura de genio a su alrededor y atraer tanto a inversores (de los que llegó a obtener hasta 400 millones de dólares) como a la opinión pública.
Con 19 años abandonó Stanford, la prestigiosa Universidad de California, decidida a crear una compañía millonaria con la que cambiaría el mundo de la salud. Y en 2003 fundó Theranos. Pero el sueño, insostenible, no duró demasiado y en 2018 la empresa cerró. Ahora, tanto Holmes como Ramesh «Sunny» Balwani, el que fuera presidente y director de Operaciones, se enfrentan a un juicio con cargos criminales. Según la imputación, ambos están acusados, entre otras cosas, de conspiración para cometer fraude electrónico por participar presuntamente en un plan multimillonario con el que estafar, por un lado, a inversores y, por otro, a pacientes y médicos. Aun así, los juicios se llevarán a cabo por separado. El de Holmes ha sido aplazado, debido a que en julio dio a luz a su primer hijo, y el de Balwani no comenzará hasta enero de 2022.
Una historia de película (que ha inspirado el documental de HBO) que podría llevar a la fundadora de Theranos a pasar hasta 20 años en la cárcel y pagar una multa de 3 millones de dólares.
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