Opinión

Palabras que lían

Las palabras hay que saber decirlas, y escribirlas. Cuando tienes algo importante que comunicar suelen ser claras. El corazón, el cuerpo, el espíritu ayudan a tu intelecto a expresarse con claridad. Cuando lo que quieres transmitir es confuso hasta para ti mismo, o no tiene la fuerza suficiente como para que merezca la pena ser contado, las palabras se vuelven liosas, oscuras, complicadas.

Decía Shakespeare que la brevedad es el alma del talento. También la claridad, desde mi punto de vista. Saber explicar es saber ir al grano y no perderte por marañas secundarias. Y solo hay dos tipos de lenguaje: el lenguaje burocrático y el lenguaje poético.

Los políticos y sus seguidores son el perfecto ejemplo del lenguaje burocrático, que es un decir mucho para expresar poco, con palabras normalmente obscuras y feas. El lenguaje burocrático llama a la sangre plasma, al amor apego y a la mentira falacia. Los políticos solo hablan claro cuando se enfurecen, entonces sí, hablan claro, pero generalmente con grosería.

Liarla con el lenguaje es una forma de no decir la verdad, y suele tener mucho que ver con no hacer el esfuerzo de buscarla. A veces también es una manera de crear un código secreto en el que solo quepan los tuyos. Los gremios, y otros grupos, cuando se asocian crean lenguajes burocráticos que les alejan de los otros. Ese lenguaje oscuro y feo es una frontera humana.

Y después está el otro, el lenguaje poético, el que utiliza la gente de la calle, del pueblo, el que se usa para que te comprendan los demás. Y llama al plasma sangre, y al apego amor y a la falacia mentira. Es el lenguaje esencial. Y bello.