Alimentación
¿Qué pasaría si todos fuésemos veganos?
España se sitúa entre los 10 países con más población vegetariana y vegana y si esta tendencia sigue al ritmo actual, puede que algún día todos nos alimentemos en exclusividad de frutas y verduras
Desde la antigüedad, las frutas y verduras han formado parte de la dieta del ser humano. Algunas de ellas son alimentos básicos, pero la mayoría son aditivos, que aumentan la diversidad de la dieta y los nutrientes necesarios para una alimentación equilibrada. Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, los seres humanos debemos consumir al menos 400 gramos de frutas y verduras todos los días para prevenir enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas, cáncer, diabetes u obesidad. Para muchas personas, alimentarse en exclusiva a base de estos alimentos ha pasado de ser una moda a un estilo de vida, bien para evitar el sufrimiento de los animales o para disfrutar de una vida más saludable. La tendencia a este tipo de dietas ha ido aumentando exponencialmente a lo largo de los últimos años. Tanto es así que, según el último informe de “Lantern Spain”, España se sitúa entre los 10 países con más población vegetariana y vegana. Si esta tendencia sigue al ritmo actual, puede que algún día todos los seres humanos nos alimentemos a base de frutas y verduras. Y es que, por más que nos duela, reducir la ingesta de carne trae muchos beneficios tanto a la salud como al planeta.
Según un informe publicado por el “Proceedings of National Academy of Sciences” en 2016, si todo el mundo adoptara una dieta vegetariana, las emisiones de gases de efecto invernadero emitidas durante el proceso de producción de comida disminuirían un 63%, un 70% si el mundo fuera vegano.
Aproximadamente 5 millones de hectáreas de tierra en el mundo se utilizan para la cría de ganado, el 68% del total de tierras agrícolas. Por lo que, si todos nos volviéramos vegetarianos, podríamos utilizar hasta el 80% de nuestras tierras de pasto para reforestar, lo que aumentaría la absorción de carbono y mitigaría el cambio climático. “Muchas personas no piensan en las consecuencias que la producción de alimentos tiene en el clima”, señala Tim Benton, especialista en seguridad alimentaria de la Universidad de Leed, en Reino Unido, a lo que añade: “Si consumiéramos un poco menos de carne al día, dejaríamos un mundo mejor para nuestros hijos y nietos”.
El consumo de carne roja, además de ser una de las causas de contaminación más importantes del mundo, puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer. Por tanto, si dejásemos de ingerirla y basáramos nuestra alimentación en una dieta vegetariana, se podrían prevenir alrededor de 7 millones de muertes cada año. Si fuese vegana, este número aumentaría hasta los 8 millones. Asimismo, la reducción del número de personas que padecen enfermedades crónicas relacionadas con los alimentos se traduce en una disminución de los costes médicos, lo que ahorra entre el 2% y el 3% del PIB mundial. Pero para que esto suceda sería necesario encontrar sustitutos apropiados desde el punto de vista nutricional, especialmente para los más de 2.000 millones de personas desnutridas que hay en todo el mundo. Ya que los alimentos de origen animal poseen más nutrientes por caloría que la mayoría de frutas y verduras.
Este modelo podría crear una crisis sanitaria mundial
El principal problema de vivir en un mundo vegano, donde se acabara con la producción animal y el consumo de carne, leche, huevos, pescado y queso, serían los desajustes nutricionales que provocaría en la población. Una dieta completamente basada en frutas y verduras también requiere que las personas consuman más calorías, porque muchos alimentos que se utilizan para reemplazar los productos animales tienen una menor densidad de nutrientes, como por ejemplo: calcio o vitaminas A y B12. Por otro lado, no es tan fácil sustituir la proteína animal por la vegetal, puesto que la proteína vegetal carece de ciertos aminoácidos esenciales, vitamina B12 o minerales como el hierro. Para que este cambio funcionara, los gobiernos de las regiones más pobres deberían proporcionar estos complementos alimenticios para no afectar a la salud de las personas. Algo muy poco probable.
Los países menos desarrollados necesitan la ganadería y la agricultura derivada para sobrevivir. Aunque, en estos países, el consumo de carne es bajo porque no tienen acceso a ella, el resto del planeta depende del trabajo que realizan para la industria cárnica. Además, el abandono de las actividades ganaderas tendría, inicialmente, un impacto negativo en el medio ambiente como consecuencia del cambio generado en el medio por el ser humano, que obligó a muchas especies a adaptarse a la nueva situación, por lo que los cambios bruscos podrían ser destructivos para la naturaleza.
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