Pandemia

Casi un año contagiada de Covid-19, con “sorprendentes mutaciones” en su organismo

El contagio de una mujer de 47 años, que duró 335 días siendo positiva, resultó ser un caso de estudio único sobre cuánto tiempo puede durar una infección por coronavirus activa y cómo puede evolucionar el virus en el cuerpo

Virus del SARS-CoV-2
Virus del SARS-CoV-2Associated PressAP

Una mujer de 47 años, que había superado un cáncer tres años antes, es la paciente que ha registrado el contagio más largo por coronavirus que se ha documentado hasta la fecha: 335 días. El equipo médico que llevó el caso ha publicado un estudio en el que aporta importantes datos sobre la lucha del sistema inmune contra el virus y cómo puede evolucionar el virus dentro del cuerpo de una persona inmunodeprimida.

La mujer fue hospitalizada con covid en la primavera de 2020. En invierno, cuando se supone que la mujer debía haberse recuperado de la mayoría de los síntomas, seguía con tos y dificultad para respirar, necesitando oxígeno en casa. El caso fue monitoreado por Veronique Nussenblatt, especialista en enfermedades infecciosas de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), quien relata a Science que las pruebas repetidas realizadas a la paciente salían positivas.

La carga vírica era muy baja por lo que los médicos asumieron que se trataba de un caso de covid persistente. “Asumimos que estaban detectando fragmentos virales no viables, como se ha documentado en otras personas después de una infección de Covid-19″, dice Nussenblatt. Pero no fue así. En marzo de este año, casi un año después su carga vírica aumentó. ¿Se había vuelto a infectar o es que nunca se había curado?

Nussenblatt explica que la mujer tuvo un linfoma del que había sido tratada tres años antes con éxito mediante un procedimiento agresivo. Se trata de la terapia de células CAR-T. Ese tratamiento la dejó con muy pocas células B, un tipo de célula inmunitaria que produce anticuerpos y ayuda al sistema inmunológico a funcionar normalmente.

Para entender por qué los niveles del virus habían aumentado en el organismo de la paciente, Nussenblatt pidió ayuda a Elodie Ghedin, una viróloga molecular que dirige uno de los laboratorios de los NIH en los que se estudia los genomas del virus SARS-CoV-2 a partir de infecciones.

Ghedin secuenció las muestras de la paciente con la ayuda de Allison Roder, bióloga computacional, y confirmaron que este virus se había seguido replicando en el organismo de la paciente. “Era el mismo virus”, afirma Ghedin a la revista. La mujer se había infectado en 2020 por una de las primeras versiones del SARS-CoV-2, que a principios de este año ya no circulaba en Estados Unidos.

Con las muestras, el equipo de Nussenblatt consiguió rastrear cómo evolucionó el virus a medida que su sistema inmunológico debilitado lo combatía. En la secuenciación se encontraron dos mutaciones genéticas importantes. Una afectaba a la proteína S, la de la espícula, la proteína clave de ayudar al virus a ingresar en las células.Pero no fue esa la que les sorprendió, sino una “gran mutación”: cerca de 500 nucleótidos de los 30.000 del virus se encontraba fuera de la espícula.

Muchos científicos creen que hay que prestar más atención a las mutaciones en la espícula. Jonathan Li, especialista en enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina de Harvard, recuerda en Sicience “la espícula sólo representa el 13% del genoma viral”.

Li publicó un estudio de caso en The New England Journal of Medicine sobre un hombre inmunodeprimido de 45 años infectado durante aproximadamente 5 meses, que finalmente murió de la enfermedad a fines del verano de 2020. En el paciente de Li, el virus desarrolló mutaciones que son características de las variantes Alfa, Gamma y Delta del SARS-CoV-2, ninguna de las cuales se había establecido todavía en la población general.

Por eso, para Li es fundamental seguir estudiando estos casos. “Hay muy pocos estudios sistemáticos de pacientes inmunodeprimidos y cuánto tiempo continúan diseminando el virus. Necesitamos estudiarlos para poder ayudar a estos pacientes y evitar que el virus siga mutando”, apunta.

Estos casos de covid persistente en pacientes inmunodeprimidos, advierten los autores del estudio, suponen un riesgo para la aparición de nuevas variantes. “El caso demuestra que los pacientes gravemente inmunodeprimidos pueden experimentar infección prolongada por SARS-CoV-2 con síntomas leves y replicación persistente del virus. Es necesario investigar más para comprender la evolución del SARS-CoV-2 en estos pacientes, sobre todo por sus implicaciones en la transmisión viral y la aparición de variantes”, concluyen.

En cuanto a la paciente de Nussenblatt, su historia tiene un final feliz. Después de una segunda hospitalización y recibir más tratamientoa, sus pulmones mejoraron y los marcadores sanguíneos de inflamación disminuyeron. Desde abril, ha tenido múltiples pruebas negativas de Covid-19.