Ciencia

Venenos

“Poison Garden”, el jardín botánico más peligroso del mundo

Cuando paseas por su interior, no dejas de encontrarte advertencias que dicen cosas como “no tocar ni oler ninguna planta, porque algunas podrían matar”

Advertencia en la puerta de entrada al "Jardín de los venenos" |Fuente: alnwickgarden.com
Advertencia en la puerta de entrada al "Jardín de los venenos" |Fuente: alnwickgarden.comLa Razón

Cuando nos imaginamos un lugar tranquilo y a salvo de los peligros de la naturaleza; probablemente se nos venga a la cabeza la imagen de un jardín botánico, un pequeño microcosmos rodeado de grandes vallas desde donde observar plácidamente las flores más bonitas del planeta. Pero hay un jardín botánico en concreto, que no es precisamente benévolo o acogedor con sus visitantes: nada más acercarte a la puerta del Poison Garden, puedes leer la leyenda: “These plants can Kill”.

Puerta de entrada al Jardín de los venenos
Puerta de entrada al Jardín de los venenosLa Razón

¡Cuidado! Estas plantas te pueden matar

ElJardín de los Venenos está situado en Alnwick, una localidad de la región inglesa de Northumberland, junto a la frontera escocesa. Concretamente, el parque está a los pies del Castillo de Alnwick, al que muchos conocerán por ser una de las localizaciones que dan vida a la “Escuela de Hogwarts” de las películas de la saga Harry Potter.

El castillo de Alnwick, famoso por ser la escuela de magia de Hogwarts
El castillo de Alnwick, famoso por ser la escuela de magia de Hogwartslarazon

Tal y como indica su nombre, el Poison Garden es un jardín botánico que reúne cientos de variedades de plantas venenosas y letales. Cuando paseas por su interior, no dejas de encontrarte advertencias que dicen cosas como “no tocar ni oler ninguna planta porque algunas podrían matar” o “¡cuidado! esta planta te puede matar”.

Y es una precaución que hay que tener muy presente, porque muchas de las plantas más letales, tienen unos colores y unas flores muy vistosas. Es lo que ocurre por ejemplo, con los árboles de Laburnum, que tienen unas preciosas flores amarillas, pero también unas semillas tóxicas y mortales.

Aunque los guías explican que no es peligroso visitarlo si se siguen todas las indicaciones... el jardinero jefe, Trever Jones, camina por el jardín con protector facial, guantes y con un traje hermético... lo que tampoco inspira mucha confianza.

A pesar de todo, cada año hay alrededor de 800.000 personas que se desplazan hasta allí para visitarlo y para conocer los entresijos del mundo de los venenos.

Cartel de aviso del "Poison Garden": "no tocar, oler o comer ninguna planta" (...) "Los niños deben ir acompañados en todo momento" | Fuente: alnwickgarden
Cartel de aviso del "Poison Garden": "no tocar, oler o comer ninguna planta" (...) "Los niños deben ir acompañados en todo momento" | Fuente: alnwickgardenLa Razón

Excentricidades aristocráticas

En el año 1995, la aristócrata inglesa, Jane Percy, heredó el Ducado de Northumberland; y con el título, también heredó la propiedad del Castillo de Alnwick. Por aquel entonces, los terrenos que lo rodeaban estaban en desuso; y para solucionarlo, a su marido Ralph se le ocurrió plantearle a su esposa que buscase algo que hacer con ellos.

“Debió pensar: Eso la mantendrá callada, plantará algunas rosas y eso será todo”, bromeó en alguna ocasión la duquesa.

Sin embargo, Jane Percy tenía otros planes. Después de visitar el jardín de los venenos de Padua (donde los Medici solían encerrar a sus enemigos), se enamoró de aquel planteamiento: un jardín repleto de plantas que -literalmente- pudiesen matarte.

Entrada al jardín botánico de Padua, fundado en el año 1544
Entrada al jardín botánico de Padua, fundado en el año 1544La Razón

La duquesa contactó con el arquitecto paisajista Jacques Wirtz, para que le ayudase a llevar a término su fantasía... aunque probablemente, él se habría imaginado algo un poco menos radical cuando le explicó que quería que su jardín fuera único y original.

Desde entonces, Jane Percy y Jacques Wirtz se dedicaron a reunir las plantas y los venenos más letales del planeta; como la cicuta, la dedalera, el aconitum, la belladonna, la struchnos nux-vomica (de donde proviene la estricnina) o el Ricinus Communis, de donde se extrae el ricino.

El Riccinos comunis es la planta de donde se extrae el aceite de ricino, pero también de donde se puede obtener uno de los venenos más letales del mundo: el ricino
El Riccinos comunis es la planta de donde se extrae el aceite de ricino, pero también de donde se puede obtener uno de los venenos más letales del mundo: el ricinolarazon

Queda mucho por aprender

A día de hoy, el jardín botánico está planteado como un espacio para el conocimiento. Es normal que muchas personas, y sobre todo los niños, se sientan atraídos por algo tan oscuro y desconocido como los venenos. Esto supone que un jardín como este, es una plataforma perfecta para introducir a niños y adultos en las ciencias naturales y en la botánica.

Es una forma de interesar a los niños. A ellos no les importa que la aspirina provenga de la corteza de un árbol. Lo realmente interesante es saber cómo te mata una planta, cómo muere el paciente y cómo te sientes antes de morir”, contaba explicaba la duquesa.

Fotografía de la duquesa de Northumberland, Jane Percy, en 2018
Fotografía de la duquesa de Northumberland, Jane Percy, en 2018La Razón

Y es mucho lo que puede aprenderse. De hecho, el jardinero Trever Jones, explica que la gente suele salir del jardín botánico más preocupado que antes, porque una vez dentro entienden que muchas de las plantas que se pueden encontrar en el Jardín de los venenos, también son plantas que ellos mismos pueden tener en su hogar.

Es lo que sucede, por ejemplo, con el laurel. Muchas personas desconocen que de las hojas de este arbusto se puede extraer uno de los tóxicos más peligrosos del mundo: el cianuro. Lo que hace que muchos se replanteen eso de usar las hojas de laurel para cocinar.

Junto con los venenos, también han reunido en su interior otras plantas curiosas (como la coca, la marihuana o la adormidera), con el objetivo de instruir a los visitantes sobre el origen y los peligros de las diferentes drogas que existen en el mercado. “Es una forma de educar a los niños sin que se den cuenta de que están siendo educados”, explican.