Sociedad
Por qué se arrugan los dedos en la ducha
El motivo reside en una mezcla de adaptación evolutiva para sobrevivir
Lavarse de manera asidua ha sido uno de los mayores avances de la humanidad. La higiene junto a otros elementos como la comida y el paso a un trabajo menos duro han ayudado a alargar exponencialmente la vida de las personas.
En España este proceso ha sido muy evidente. En apenas unas décadas el país ha conseguido superar a prácticamente todo el mundo y convertirse en el segundo del globo en cuanto a esperanza de vida se refiere.
Además, las proyecciones sitúan a España en la primera posición en los próximos años adelantando a Japón que actualmente ostenta el liderato. Esto ha permitido a nuestro país ser una referencia en este sentido y convertirse en un destino perfecto de turismo o de segundas residencias para ciudadanos de alrededor del mundo.
La higiene tiene por objeto conservar la salud y prevenir las enfermedades, es por ello que se deben cumplir ciertas normas o hábitos. Tanto en la vida personal como en el resto deben garantizarse unos mínimos para poder mejorar la sociedad.
Tras el medievo donde la higiene estaba reservada solamente para los privilegiados esta empezó a extenderse y llegar a todo el mundo. En la actualidad los países desarrollados han conseguido prácticamente en su totalidad agua potable para garantizar este derecho que sigue siendo un gran problema alrededor del mundo.
Esta posibilidad de acceder a agua potable ha conllevado que la higiene este muy presente en muchos lugares del mundo. Así, desde pequeños es posible garantizar que los más pequeños tengan unos niveles de higiene elevados que reducen exponencialmente el riesgo de contraer enfermedades.
Llegados a este punto, una de las mayores sorpresas que los niños descubren de su cuerpo cuando se lavan es como se les arrugan las manos y los pies. Este fenómeno genera una duda en los más pequeños que trasladan a sus razonamientos y que cuenta con una curiosa explicación evolutiva.
Dedos arrugados
Este fenómeno empieza a aparecer cuando llevamos alrededor de cinco minutos sumergidos en agua. Una vez en remojo prolongado el sistema nervioso envía una serie de señales a los pies y manos para que la superficie cree una serie de canales donde escurrir el agua.
Así, podemos conseguir que nuestro cuerpo siga en contacto con los objetos o el suelo aunque estemos mojados. Esto se consigue gracias a años de evolución donde nuestros cuerpos se han ido adaptando a muchas circunstancias distintas para tratar de sobrevivir.
Por ejemplo, si nuestros pies no se arrugasen sería muy complicado no resbalarnos en la ducha o cualquier superficie húmeda. Gracias a esta adaptación biológica y evolutiva podemos evitar sufrir accidentes inesperados que pueden llegar a comprometernos y poner en peligro nuestra salud.
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