Vaticano

El Papa cumple mañana 85 años: «Estoy bien para disgusto de mis enemigos»

Francisco no frena ni su recuperación médica, ni su agenda reformadora

Francisco recibió ayer a la primera tanda de obispos españoles dentro la visita ‘ad limina’
Francisco recibió ayer a la primera tanda de obispos españoles dentro la visita ‘ad limina’VATICAN MEDIA HANDOUTEFE

Francisco cumple mañana 85 años. Y lo hace sin perder la paz, el buen humor ni rebajar su ritmo de trabajo ni ánimo reformista. «Estoy bien, para disgusto de mis enemigos», comenta bromeando como coletilla, consciente de las resistencias a su hija de ruta cuando se le pregunta por su salud. Así lo comparten con LA RAZÓN varios eclesiásticos que en estos días se han reunido con él en Roma, incluido alguno de los obispos españoles a los que ayer recibió dentro de la visita ‘ad limina’ a modo de auditoría de la Iglesia de nuestro país.

Lo cierto es que el Papa llega a este aniversario en un año que ha sido especialmente complejo en materia de salud. Comenzó 2021 arrastrando una ciática que le llevó a suspender parte de su agenda, un cuadro médico que se complicó por una diverticulitis. Con tal de no romper con su dinámica de trabajo, decidió llevar esta dolencia en secreto -con viaje a Irak incluido- y programar la pertinente operación durante sus días de vacaciones.

El 4 de julio después de rezar el ángelus desde la ventana de los palacios apostólicos, se dirigió al hospital Gemelli, donde fue intervenido con éxito. Tras diez días internado, continuó su recuperación en la Casa de Santa Marta, entre rumores falsos de un posible cáncer. La prueba de fuego llegó en septiembre cuando el Papa decidió mantener su periplo por Budapest y Eslovaquia. Y no ha parado. Hace un par de semanas desembarcaba en Chipre y Grecia, con parada en Lesbos, para visitar por segunda vez la isla de los refugiados, dentro de su lucha contra el drama de la migración.

Amén de cuadro médico que hoy por hoy no reviste gravedad alguna, el pontífice no cesa en su empeño reformador. Aunque de puertas para afuera pueda dar la impresión de que habría bajado el acelerador en esa «conversión misionera» integral para la Iglesia, lo cierto es que las medidas a aplicar en curso están vinculadas a una revolución estructural interna, sin grandes cambios de relumbrón ante la opinión pública, pero sí efectivos para frenar los que para el primer Papa argentino de la historia son las enfermedades de las sacristías: el clericalismo, la autorreferencialidad, la mundanidad…

Prueba de ello, es la puesta en marcha hace una semana de la reforma del Código de Derecho Canónico y una puesta a punto en los llamados ‘delicta graviora’ -los delitos más graves que puede cometer un sacerdote- que tienen un efecto directo, por ejemplo, para hacer realidad la tolerancia cero contra los abusos sexuales a menores.

En esta misma línea, también avanza el reajuste económico. Con un Vaticano en números rojos y la sombra de corruptelas internas presente, Francisco ha acabado por decreto con la licitación de obras a dedo o con los pagos en B en los procesos de canonización.

En paralelo continúa además con sus propuestas innovadoras en materia pastoral, como su reivindicación de la Doctrina Social de la Iglesia o la consulta lanzada a la Iglesia de todo el planeta en lo que se conoce como el Sínodo de la Sinodalidad que busca promover una mayor participación y corresponsabilidad de todo el Pueblo de Dios, tanto de los religiosos, como de los laicos, con la mirada puesta en las mujeres. Esto se une a su renovación de la pastoral familiar a través de la exhortación ‘Amoris laetitia’ y su implicación contra el cambio climático con la encíclica ‘Laudato si’’ como eje.