Ecología
Quién fue Armand-Delille, el médico que casi exterminó a todos los conejos de Europa
Con su experimento, el médico francés no solo eliminó al 95% de la población de conejos; sino que también hizo lo propio con otras muchas especies, como el lince ibérico o el águila imperial
Una de las preocupaciones más recurrentes a lo largo de la historia ha sido la sistemática destrucción de los cultivos debido a las feroces plagas de conejos. Su enorme capacidad reproductiva hacia de esta especie una de las más odiadas por los agricultores, puesto que se daban un festín con el sustento de muchas familias... sin que existiese un método realmente efectivo para pararles. O al menos así fue hasta el año 1952, cuando un afamado médico francés llamado Paul-Félix Armand-Delille soltó un virus que diezmó a la población de conejos de toda Europa. Gracias a él, el sector del agro ya no sufre este problema, pero ¿a qué precio?.
En el año 2019, la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza catalogó al conejo como una especie “en peligro” en la Península Ibérica, haciendo un llamamiento a las autoridades para que trabajasen en una estrategia para su repoblación. No solo porque las cifras de conejos se hayan reducido en un 70% en el último decenio, sino también porque este animal es el pilar central en la dieta de un 40% de las especies, como el lince ibérico o el águila imperial.
¿Quién era Armand-Delille?
En el apogeo de la Primera Guerra Mundial, el doctor Paul Armand-Delille cosechó un merecido renombre cuando sus investigaciones en el campo de la bacteriología consiguieron eliminar la malaria de las trincheras de la Gran Guerra. Gracias a ello, consiguió ser condecorado con el más alto galardón que entrega Francia: la Orden Nacional de la Legión de Honor. Lo que le convertía -oficialmente- en un héroe de Francia.
Después de aquello, se especializó en enfermedades infecciosas en niños y se dedicó a la enseñanza en la Escuela de Medicina de París. En general, se puede decir que el doctor Paul Armand-Delille tuvo una carrera muy exitosa. Sin embargo, su mayor “logro” no tuvo lugar cuando estaba en activo, sino cuando se jubiló.
Para su retiro, eligió un viñedo tranquilo en ‘Eure et Loir’, en el norte de Francia. Donde quería pasar el tiempo relajado, alejado de los ruidos y del trasiego de la ciudad. Sin embargo, lo que él quería y lo que su cerebro le pedía, eran dos cosas muy diferentes. Era una persona que siempre se había interesado por el mundo que le rodeaba... y no iba a dejar de interesarse ahora, solo porque estaba jubilado. Ahora que vivía rodeado de agricultores, era cada vez más consciente del problema que significaban las plagas de conejos.
Después de una exhaustiva investigación, dio con algo que podía ser la solución. Al parecer, en Australia habían utilizado un virus llamado mixomatosis, que había demostrado ser de mucha utilidad para controlar la población de conejos. Consiguió una muestra del virus y se lo inoculó a dos conejos de su finca, pensando que podría mantener la enfermedad a raya y sin el riesgo de que se pudiese convertir en una epidemia. Se equivocó.
La enfermedad afectaba al conejo europeo de forma diferente. No solo se reproducía más lentamente, lo que permitía que el animal tuviera más contacto con sus semejantes, sino que también era más letal. Así, en solo un año, casi la mitad de los conejos de Francia habían muerto... y no tardó mucho en expandirse por toda Europa. El desastre ecológico fue tal, que en 1956 se reportó que la población de conejos había disminuido entre un 95 y un 98%. Y por si todo esto fuera poco, los conejos además morían entre los terribles sufrimientos producidos por la mixomatosis.
Pero si hay un país que perdió con el “experimento” del doctor Armand-Delille, ese fue España. De la noche a la mañana, la “tierra de conejos” de la que hablaban los romanos, se quedó casi sin ellos. Aquello tuvo unas consecuencias ecológicas brutales. Primero porque se descubrió que la mixomatosis no solo afectaba al conejo, sino que también se cebaba con la liebre ibérica, dos alimentos centrales en la dieta de muchas especies. Entre otras, la del lince ibérico y la del águila imperial... dos especies que hoy amenazan con la extinción.
Después del desastre ecológico, las autoridades francesas impusieron a Armand-Delille una multa de 5 mil francos. Y poco después, Bertrand Dufay, director general honorario del Departamento de Ríos y Bosques francés, le otorgó una medalla, que en una cara tenía su retrato, y en la otra, la imagen de un conejo muerto.
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