Contagios
El estallido de Ómicron se extiende por toda China
Pekín confina a los 17 millones de residentes de su «Silicon Valley» ante la emergencia sanitaria
China está sufriendo el mayor repunte del virus sars-cov-2 desde los primeros días de la pandemia, lo que ha provocado una amplia serie de nuevas restricciones y medidas de contención, al tiempo que el enfoque de tolerancia cero del país ante el virus (que ha contribuido a mantener a la segunda mayor economía prácticamente libre de este) se está poniendo en tela de juicio. Los contagios nacionales superaron el sábado los 3.300 por primera vez desde el pico del brote original de Wuhan, impulsados por un alto número de infecciones asintomáticas, una cifra que se ha disparado desde los poco más de 300 casos diarios en menos de una semana.
El país respondió el domingo encerrando a los 17 millones de habitantes de la ciudad de Shenzhen, conocida como el Silicon Valley chino por ser sede de gigantes tecnológicos como Huawei y Tencent, que han sido puestos bajo llave tras registrarse 66 nuevos casos.
Mientras 16 provincias luchan a capa y espada contra focos de las variantes Ómicron y Delta, el regulador farmacéutico del país ha aprobado a cinco empresas para que produzcan kits de pruebas rápidas de antígenos, como parte de la promesa del primer ministro Li Keqiang de un control de la pandemia más «científico y preciso». Aunque se utilizan ampliamente en otras partes del mundo, este tipo de tests estaban restringidos anteriormente en el país asiático.
Shanghái, el centro comercial y financiero del país, está luchando contra un aumento de las infecciones locales asintomáticas, que representaron 78 de los 83 nuevos casos registrados el sábado, y la rápida propagación desató rumores de un cierre de la ciudad. Más de una docena de provincias han notificado casos confirmados, entre ellas Shandong, en el este, Guangdong, en el sur, y Jilin, una provincia del noreste fronteriza con Corea del Norte y Rusia, que ha notificado 400 infecciones.
Despido fulminante
Las autoridades sanitarias atribuyen el aumento de los casos asintomáticos a la variante Ómicron, considerada más transmisible pero menos grave que el virus original, así como a la mayor inmunidad derivada de la vacunación masiva.
Huang Shouying, subdirector de seguridad pública de la provincia meridional de Guangdong, fue destituido junto con cinco funcionarios de Dongguan por la mala gestión de un brote en la ciudad industrial que comenzó el 1 de marzo, según «Nanfang Daily», un periódico respaldado por el gobierno provincial.
En Pekín, donde se están celebrando los Juegos Paralímpicos de Invierno, se detectaron al menos tres nuevos casos el sábado por la noche, por lo que se cerraron varios barrios para frenar la transmisión.
La viceprimera ministra Sun Chunlan, que dirige la labor anti pandémica del país, calificó los brotes de «complicados y graves», al tiempo que instó a las autoridades sanitarias a controlar las transmisiones en grupo.
Un total de 29 nuevos casos se registraron en el centro tecnológico del sur de Shenzhen, donde 11 distritos han sido sometidos a un bloqueo selectivo hasta el martes. Los residentes deben someterse a pruebas diarias de Covid-19, y se restringe la entrada y salida de los complejos de viviendas.
Todas las «exposiciones» en Guangzhou, la capital de la provincia de Guangdong, se suspendieron después de que se descubriera que un paciente positivo había visitado un centro de convenciones, tras lo cual se han organizado pruebas a los 50.000 visitantes.
El repunte se produce mientras los casos están fuera de control en el territorio meridional de Hong Kong, donde los hospitales están desbordados de pacientes y los habitantes han vaciado los supermercados, temiendo que se produzca un confinamiento.
El gigante asiático ha trabajado para mantener a raya el virus dentro del país a través de estrictos cierres, fronteras fuertemente controladas y el despliegue de un sistema de código sanitario digital en todas partes. Así, ha conseguido contener en gran medida el contagio, con un balance oficial de algo más de 100.000 casos, incluidos 4.636 muertos, en el espacio de dos años. El régimen comunista lo ve como una muestra de la superioridad de su sistema autoritario frente a las numerosas muertes en los países democráticos.
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