Consumo
Bruselas quiere acabar con la obsolescencia programada de los productos
El consumidor deberá saber en la etiqueta si las piezas se pueden reemplazar o reparar fácilmente
La Comisión Europea ha presentado un paquete para terminar con el «usar y tirar» y el consumismo desaforado de productos que tanto perjudica al Medio Ambiente. La nueva propuesta pretende dar más poder al consumidor para que éste conozca las repercusiones de su compra e intente terminar con el concepto de obsolescencia programada, tan habitual en la tecnología.
Hasta el momento, una normativa europea obligaba a que determinados productos llevaran aparejada una etiqueta sobre su eficiencia energética. El nuevo texto quiere extender el número de bienes a los que se aplica esta exigencia (especialmente aparatos electrónicos como móviles, tabletas o paneles solares) y, por otra, incrementar el número de requisitos para que el cliente antes de realizar una compra sepa si el producto que va a adquirir es fácil de reparar o ciertas piezas son fácilmente reemplazables por otras. Por ejemplo, la Comisión Europea quiere que no sea necesario cambiar de móvil cada vez que la batería se estropee ya que no pueda ser sustituida por otra del mercado.
«La propuesta traerá grandes cambios en la manera en la que consumimos y producimos en la UE, pero también a nivel global», ha asegurado el vicepresidente ejecutivo Frans Timmermans en rueda de prensa.
La Comisión Europea ha creado un «grupo de trabajo» para que establezca este tipo de requisitos según las características de cada bien. Esta nueva normativa no afectará a alimentos ni medicinas, pero sí a productos intermedios como el acero, que suponen el 65% de los bienes que emiten dióxido de carbono durante su proceso de fabricación.
Además, Bruselas quiere poner normas más rigurosas a dos sectores altamente contaminantes: la moda y la construcción.
En cuanto al primer ámbito, la Comisión Europea pide a las marcas de moda que diseñen menos colecciones cada año y que hagan hincapié en los servicios de costura para la reutilización, arreglos y recogida de las prendas. Además, Bruselas pretende que este tipo de actividades puedan tener una fiscalidad más laxa, aunque esto último corresponde dictaminarlo a las autoridades nacionales.
Este es sólo el primer paso, ya que el Ejecutivo comunitario pretende establecer nuevos requisitos para que las telas no liberen microplásticos e impulsar de cara a 2030 el uso de fibras recicladas y sustancias respetuosas con el Medio Ambiente. La moda es la segunda industria que más contamina, tan sólo por detrás de la energía. Según ha explicado el comisario de Medio Ambiente, Virginijus Sinkievicius, ahora mismo tan sólo se reutiliza el 1% de las prendas.
En cuanto a la construcción, Bruselas también quiere revisar la regulación de estos productos para que sean más duraderos, reparables y reciclables.
Además, se quiere prohibir las denominadas campañas de «greenwashing», por las que algunas empresas aseguran de manera fraudulenta respetar estándares medioambientales, aunque no lo hagan con el objetivo de mejorar su imagen de marca de cara a los consumidores.
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