Criminalidad
¿Es una buena idea aparcar en zonas iluminadas para evitar que nos roben el coche?
Cuando aparcamos el coche, intuitivamente buscamos un lugar iluminado, porque entendemos que la luz será un elemento disuasorio... pero, ¿estamos realmente en lo cierto?
Cuando nos imaginamos a un ladrón haciendo lo suyo, siempre se nos viene a la cabeza la imagen de un tipo con un pasamontañas actuando en las sombras y con la mayor discreción posible. Y por ese motivo, cuando aparcamos el coche, intuitivamente buscamos un lugar que esté bien iluminado... porque entendemos que la luz será un elemento disuasorio que hará que los ladrones pasen de largo. Pero, ¿de verdad estamos en lo cierto? Una nueva investigación sugiere lo contrario.
Un equipo de investigadores de la University College de Londres y de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, se ha interesado por este tema y ha analizado los datos policiales sobre robos de coches. aportados por la Comisaría de Thames Valley (Inglaterra) entre los años 2004 y 2013. Y una vez consiguieron recopilar y geolocalizar los 79.000 delitos vinculados con vehículos, los relacionaron con los datos sobre los cambios en el alumbrado público, proporcionados por las autoridades locales de Oxfordshire, Reading y West Berkshire. Y los resultados de esta comparativa parecen indicar que las carreteras donde no había alumbrado público en aquel momento, sufrieron menos robos que las que estaban más iluminadas.
El proyecto fue encargado por el Instituto Británico de Investigación en Salud, para evaluar el impacto de la reducción del alumbrado público en la delincuencia y en las lesiones por accidentes de tráfico: “Hicimos esta investigación porque muchas autoridades locales en el Reino Unido han introducido iluminación nocturna parcial en caminos residenciales urbanos tranquilos y caminos rurales, con muy poco uso después medianoche, para ahorrar costos de energía y reducir las emisiones de carbono” (...) y “había preocupación sobre esta política”, explicaba el director del estudio, el doctor Phil Edwards.
Sin embargo, las conclusiones del estudio -que fueron publicadas en Journal of Quantitive Criminology- evidenciaron justo lo contrario: que los robos se redujeron aproximadamente a la mitad en aquellas calles que tenían una“iluminación nocturna parcial”. Es decir, en aquellas vías donde las luces se apagaban entre la medianoche y las cinco de la mañana. En concreto, los delitos bajaron de un promedio de 12 robos por calle y mes, a 6 robos por calle y mes cuando se redujo el alumbrado público.
Este dato -por sí solo- desmontaría la idea de que los ladrones de coches priorizan la discreción por encima de la comodidad, sin embargo, las evidencias son todavía mayores. Entre otras cosas, los investigadores también descubrieron que en este mismo periodo, los robos habían aumentado 1,5 veces en las calles cercanas donde la iluminación había permanecido encendida toda la noche. Es decir, que los ladrones preferían estar más expuestos, siempre y cuando pudieran ver lo que estaban haciendo para actuar con rapidez.
“Es posible que cuando las luces se apagan después de la medianoche, los delincuentes consideren que los costes de cometer un delito, como usar una linterna, que probablemente levante sospechas entre los residentes, superen a los beneficios”, explicaba el doctor Phil Edwards.
Otro de los motivos que podría explicar esta tendencia a cometer estos delitos en lugares mejor iluminados, es que -de esta forma- los criminales pueden ver mejor si hay más elementos valiosos en los coches que han elegido, osi el vehículo está -efectivamente- en buen estadoy que -por lo tanto- merece la pena perpetrar el robo.
Cabe destacar que este es solo un estudio, y que durante años se han publicado otras muchas investigaciones que parecen indicar todo lo contrario. Otro factor a tener en cuenta es que, si bien es posible que la falta de iluminación disminuya los delitos relacionados con vehículos; no es así con los delitos relacionados con personas, que parecen multiplicarse en las zonas menos iluminadas. Por lo que se presenta un difícil desequilibrio que las autoridades y las fuerzas de seguridad tendrán que evaluar, para maximizar los beneficios sociales del alumbrado público.
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