Polémica

El Ministerio de Sanidad ofrece cerveza y vino en el menú de 7 euros de su cafetería

El punto 14 de su Estrategia en Salud Cardiovascular proponía «colaborar con establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable, sin incluir en ella el consumo de alcohol»

Bares y restaurantes en Madrid.
Bares y restaurantes en Madrid.Jesús G. FeriaLa Razón

El mismo día en el que Sanidad se enfrentaba a la polémica desatada por la redacción del punto 14 de su Estrategia en Salud Cardiovascular, en el que se proponía «colaborar con establecimientos de restauración para promover la dieta mediterránea como modelo de alimentación cardiosaludable, sin incluir en ella el consumo de alcohol», la cafetería del Ministerio ofrecía en su menú cerveza, vino, agua o refrescos. También «croquetas y empanadillas», pero estas tenían otras alternativas más saludables como «menestra de verduras», «ensalada Cesar» o «emperador».

Nada reseñable si no fuera porque la Estrategia también propone, -en el punto 13-, «regular la presencia y contenido de alimentos y bebidas en las cafeterías y máquinas expendedoras de las instituciones de la administración pública y todos los centros educativos, públicos o privados, de forma que mayoritariamente se oferten productos saludables y bebidas libres de alcohol».

Finalmente, el texto definitivo que se aprobó el miércoles en el pleno extraordinario del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud no incluye las dos mencione explícitas al alcohol reseñadas en los puntos citados anteriormente, aunque sí recuerda los efectos nocivos del alcohol para la salud cardiovascular y mantiene el resto de las alusiones que hacía el borrador a esta sustancia.

Sanidad tuvo que rectificar el texto inicial debido a la oposición de muchas comunidades autónomas –tanto del PP como del PSOE (como Castilla La Mancha, Extremadura, La Rioja y Melilla)– a que se «demonizara» el consumo de vino que, de manera moderada, es parte intrínseca de la dieta mediterránea a la que aludían. No así los refrescos y bebidas azucaradas – también presentes en los menús del día de la mayor parte de establecimientos– y cuyos perjuicios para el corazón son tanto o más conocidos.

Enfado en el sector del vino

El sector vinícola se ha sentido ofendido por alusiones. Sostienen que incluir el producto entre las sustancias dañinas para el corazón es una «contradicción», ya que existen «evidencias científicas» que demuestran su beneficio.

Una afirmación que no comparten los expertos que han elaborado el documento, que aseguran que «ahora se sabe que el posible beneficio cardiovascular derivado del consumo de alcohol es insuficiente para compensar la mortalidad por el conjunto de las otras causas asociadas a su consumo». El texto especifica que una ingesta de 30 g/día incrementa el riesgo de enfermedades como la hipertensión arterial, la fibrilación o la insuficiencia cardíaca.

En opinión de Humberto Martín Brieva, director de la cátedra de bebidas fermentadas de la Universidad Complutense de Madrid, y miembro de la Real Academia de Farmacia, «en cantidades moderadas, el consumo de bebidas fermentadas es uno de los factores con efecto protector de la enfermedad cardiovascular ampliamente reconocidos, como indican un gran número de trabajos científicos. Estos efectos beneficiosos se deben especialmente a su contenido en polifenoles. La evidencia epidemiológica en los últimos años respalda el efecto beneficioso de los polifenoles, por la reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular. Así lo muestran revisiones recientes de la literatura científica en este campo».

Consumo moderado

La clave siempre ha estado entorno a qué se considera “consumo moderado”, que es lo que se encuentra englobado del concepto de dieta mediterránea. Y en esa línea es donde el sector del vino defiende estar trabajando desde hace años.

«En España, el sector vitivinícola es una parte muy importante, no solo de nuestra economía, sino también de nuestra sociedad y nuestra cultura. La dieta mediterránea tiene su origen en el trigo, el olivo y la viña; y el vino forma parte de la pirámide actual, revisada hace pocos años. Y no lo decimos nosotros, sino los expertos de la Fundación Dieta Mediterránea y la UNESCO, que la declaró Patrimonio de la Humanidad en 2010», afirma José Luis Benítez, director general de la Federación Española del Vino (FEV). «El sector lleva mucho tiempo comprometido con difundir mensajes que dirijan a un consumo moderado y responsable, nosotros somos los primeros en defenderlo», añade.

Para José Luis Yzuel, presidente de Hostelería de España, «al final ha reinado la cordura y la sensatez. Querer resolver un problema que no existe, no tenía ningún sentido. Beber una copa de vino o una cerveza con comida es dieta mediterránea pura».

Pero ¿hay consenso en lo que se considera una ingesta responsable? Parece que si. «Según la evidencia científica, en el caso de los hombres se trataría de 20-28 gramos de alcohol al día y en el caso de las mujeres a 10-16 gramos de alcohol diarios. Esto en cerveza supondría entre 400 y 600 ml/día en hombres (2-3 cañas) y, en el caso de las mujeres, entre 200 y 300 ml/día (1-2 cañas)», explica Martín Brieva. «Lo que hay que tener en cuenta es que este consumo debe ser responsable, y desde luego supone no ingerir esas cantidades acumuladas en un solo día a la semana», añade.

Sin incurrir en que se aliente el consumo de alcohol, lo que apuntan los estudios es que, en adultos sanos, «no existen razones sólidas para abandonar el consumo de bebidas fermentadas de bajo o medio contenido alcohólico, siempre que se disfrute de una manera moderada, preferentemente de forma simultánea con la comida y en un contexto de hábitos saludables», concluye.