Opinión
Mujeres castigadas
Nuestros derechos no son sólidos, y cualquier furia del viento general nos empuja hacia atrás. El Consejo Económico y Social de España acaba de presentar un demoledor informe sobre la repercusión que ha tenido la pandemia en nuestras vidas. En resumen: Se han reducido las rentas de las mujeres un cuatro por ciento más que las de los hombres. Ha aumentado considerablemente para nosotras el tiempo que hemos dedicado al cuidado de enfermos, mayores y niños. Al estar más cerca del virus hemos sido más vulnerables y contagiadas. Se ha elevado al veinte por ciento la negación por parte de los jóvenes de la violencia de género y el auge del ciberacoso.
Las mujeres en España, concluye el informe, presentamos una clara desventaja respecto a la media de la UE en cuanto al tiempo que dedicamos al cuidado de los otros, a los escasos avances en el ámbito del empleo y en el monetario.
Todo este desastre, por el que se nos tendría que caer la cara de vergüenza, viene de la misma fuente. España es un país particularmente machista y terco a las transformaciones en este sentido. Aquí cuando una mujer da un paso adelante pocos hombres retroceden.
Este hecho tan penoso, injusto y, a pesar de los matices, tristemente universal es, desde mi punto de vista, la raíz de todas las violencias: de las guerras, de la destrucción del planeta, de las enfermedades mentales y la mala vida de tantas y tantos seres humanos. Es, desde mi punto de vista, el fracaso más rotundo de la humanidad. Porque, queridos todas, un lugar que, sabiendo ya que sus mujeres no son en nada menos que sus hombres, aun así, siga aplastándolas, es un mundo corrompido.
Un lugar donde la fuerza física, la competitividad y la conquista del territorio siga constituyendo la base social y política, es un mundo profundamente enfermo.
¿Es que quizá todavía muchos y algunas no lo disciernen? Vamos a decírselo, vamos a actuar. Por la supervivencia.
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