Pandemia

La covid no toca fin: 3.076 muertos desde Semana Santa

La pandemia está más estable, pero no se «gripaliza»: aún deja un importante número de fallecidos entre el colectivo de los mayores de 60 años

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COVIDAntonio Cruz

Las cifras sobre la pandemia de coronavirus en España muestran durante las últimas semanas una tendencia a la «estabilización», con una reducción de los contagios entre los mayores de 60 años y niveles contenidos de ocupación hospitalaria. Tras la nueva estrategia de vigilancia y control de la enfermedad que entró en vigor el pasado 28 de marzo el objetivo del Ministerio de Sanidad ha sido «gripalizar» la covid, aunque desgraciadamente el virus no se ha dado por aludido y desde el final de Semana Santa ha seguido dejando un rastro importante de fallecidos que parece no tener fin.

Es cierto que las cifras de muertes no tienen nada que ver con las olas anteriores (recordemos que en la sexta ola más de 9.000 personas perdieron la vida a causa de la enfermedad), pero aun así, desde el pasado 19 de abril, cuando se publicó el informe de Sanidad tras la Semana Santa, un total de 3.076 personas han fallecido a causa del virus.

«La situación de la Covid-19 en estos meses ha generado una mortalidad muy elevada, llegando a una situación de más de 200 muertes cada semana y eso nos ha llevado a una situación más complicada, a pesar de que el número de personas hospitalizadas y en las unidades de críticos no ha sido tan elevado como en otras olas», señala Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y especialista en Medicina Preventiva.

Entre las causas de esa elevada mortalidad March señala «un cúmulo de múltiples factores con tres causas principales», entre los que destaca la «falta de recursos sanitarios, sobre todo en Atención Primaria», la «disminución de la inmunidad, fundamentalmente en las personas mayores» y, por último, «una visión de la pandemia que minimiza el riesgo, que hace que se prescinda de medidas que ayudan a reducir las posibilidades de contagio».

Recordemos que el uso de la mascarilla en interiores dejó de ser obligatorio el pasado 20 de abril, decisión que fue adoptada por el Consejo de Ministros y que entró en vigor con su publicación en el BOE. No obstante, hay que seguir llevando cubrebocas en centros, servicios y establecimientos sanitarios y sociosanitarios, así como en los medios de transporte.

Otra de las medidas que sirvieron para el control de la pandemia, los aislamientos de los casos positivos,cayó con la entrada en vigor de la nueva estrategia.

Desde el final de Semana Santa se han registrado un total de 666.352 contagios nuevos, de los que casi la mitad, 320.453, se han producido en los mayores de 60 años, considerados personas vulnerables tras la actualización de la estrategia. Todavía en este momento, cuando la cifra de infecciones parece estar en remisión, la incidencia acumulada a 14 días entre los mayores es de 617 casos por 100.000 habitantes, lo que supone 112 puntos más que el pasado 19 de abril. Por grupos de edad, los contagios siguen produciéndose de forma mayoritaria entre los mayores de 80 años, que tienen una incidencia de 777 (después de Semana Santa era de 666). Les sigue la población de 70 a 79 años (674 casos por 100.000 habitantes, frente a 531 de abril) y, finalmente, el grupo de 60 a 69 años (donde ha subido a 494, ante los 403 que se registraron justo después del periodo festivo).

¿Qué está pasando para que estas cifras tan elevadas se mantengan? Joan Carles March indica que «hay un problema muy importante ligado a la atención sanitaria, y sobre todo en la Atención Primaria y los recursos que tiene. Nos encontramos ante una situación francamente mejorable».

Debido a la pandemia, los pacientes tardan en acudir al centro de salud y ese retraso en pacientes crónicos y mayores vulnerables puede ser vital: «Los servicios sanitarios son menos accesiblesy la atención sanitaria es mejorable, sobre todo la de los pacientes crónicos», señala March.

Pero, además, faltan recursos en el sistema sanitario, ya que «las personas mayores necesitan más atención domiciliaria, pero para ello se requieren más profesionales, tanto médicos como enfermeras y trabajadoras sociales».

Otra de las consecuencias negativas que ha traído la Covid-19 es que ha descendido la esperanza de vida en España, por ello, «es necesario un cambio de modelo para la mejora del sistema sanitario, dotándolo de más recursos», concluye el experto.

Algunas comunidades autónomas han mostrado también su preocupación por el incremento de fallecidos a causa de la pandemia. Es el caso del País Vasco, que aunque en la última semana ha contabilizado 15 muertes por covid, en la semana previa comunicó 34. Por ese motivo, el portavoz del Ejecutivo vasco, Bingen Zupiria, declaró a finales de mayo que existía «cierta preocupación por el incremento de fallecidos, sobre todo en las personas de edad avanzada que tienen otros problemas de salud». Ante esta circunstancia, el departamento vasco de salud anunció su intención de prestar «especial atención» a este colectivo, y «si es posible detectar cuáles son las causas que hacen a estas personas más vulnerables a los efectos» que pueda tener la Covid-19.

Queda por ver qué pasará en otoño, cuando comiencen de nuevo las infecciones respiratorias y la temporada de gripe. La Comisión de Salud Pública decidió aplazar a principios del mes de mayo la cuarta dosis de la vacuna para los mayores de 80 años, a la espera de la llegada de la nueva generación de vacunas ya adaptadas frente a Ómicron y otras variantes, prevista para el último trimestre del año.

En este sentido, el jefe de Estrategia de Amenazas Sanitarias Biológicas y Vacunas de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés), Marco Cavalieri, ha declarado que el organismo prevé aprobar las nuevas vacunas en septiembre.