Salud

Marcha nórdica: los beneficios de esta caminata en pacientes con enfermedades del corazón

Esta actividad física consiste en caminar a un ritmo más o menos intenso, con la ayuda y el impulso que proporcionan unos bastones específicos

Un grupo de personas practicando caminata nórdica
Un grupo de personas practicando caminata nórdicaWikipedia

La marcha nórdica es una actividad física que arrasa en Europa y que ha llegado con fuerza a nuestro país. Es un ejercicio que se adapta a cualquier persona, sea cual sea su condición física, edad o nivel deportivo. Consiste en caminar con la ayuda y el impulso de unos bastones específicos. Con esta disciplina se trabajan las piernas y en especial el tronco superior. De hecho, según aseguran sus promotores, la caminata nórdica logra activar el 90% de los músculos del cuerpo.

Además tiene múltiples efectos positivos para la salud, ya que mejora la resistencia, fuerza, flexibilidad, coordinación y equilibrio resultando beneficioso a nivel osteomuscular y cardiovascular. Pero eso no es todo. Ahora, un nuevo estudio ha descubierto que la marcha nórdica aumenta la capacidad funcional, o la capacidad de realizar tareas cotidianas, en personas con enfermedad coronaria. Los resultados de la investigación acaban de ser publicados e en la revista ‘Canadian Journal of Cardiology’.

Los programas de rehabilitación cardiovascular y de entrenamiento con ejercicios después de eventos cardiovasculares importantes se asocian a mejoras considerables de la capacidad funcional y la aptitud cardiorrespiratoria, así como de la salud mental. Sin embargo, algunas personas no disfrutan de las formas monótonas de ejercicio, como caminar y la bicicleta estática, y por lo tanto pueden dejar de hacer ejercicio una vez que su programa de rehabilitación cardiovascular se ha completado. Por ello, los investigadores decidieron explorar opciones de ejercicio más diversas que pudieran atraer a más personas para determinar si podrían conseguir que más individuos siguieran haciendo ejercicio y qué beneficios podrían conseguirse.

Cada vez hay más pruebas de que las intervenciones de ejercicio no convencionales, como el entrenamiento por intervalos de alta intensidad y la marcha nórdica, son más eficaces que los enfoques de ejercicio tradicionales para mejorar la capacidad funcional medida por una prueba de marcha de seis minutos, un importante factor de predicción de eventos cardiovasculares en pacientes con enfermedad arterial coronaria. Los investigadores decidieron llevar a cabo sus propios experimentos en 130 pacientes con enfermedad coronaria. Todos ellos debían realizar actividades físicas durante un período de 12 semanas. Los sujetos se dividieron en tres grupos: los integrantes del primero debían realizar ejercicios a intervalos de alta intensidad, los del segundo entrenamiento continuo de intensidad moderada a vigorosa, y los del tercero marcha nórdica. Los científicos también midieron la capacidad funcional, la calidad de vida y los síntomas de depresión.

Según los resultados de la investigación, todos los programas mejoraron los síntomas de depresión y la calidad de vida de los sujetos en general, pero la mejora en las habilidades funcionales fue mayor en el grupo de trabajo nórdico (+19%) que en el grupo de entrenamiento interválico de alta intensidad (+13%). ) y el grupo de entrenamiento continuo de intensidad moderada a vigorosa (+ 12%). Como explica Jennifer L. Reed, investigadora de la Universidad de Ottawa y autora principal del estudio, “es un hallazgo importante porque una capacidad funcional más baja puede verse como un predictor de mayores riesgos de eventos cardiovasculares en personas con enfermedad arterial coronaria”.

La práctica del trabajo nórdico involucra los músculos del corazón, así como los de la parte inferior y superior del cuerpo. Además, esta misma práctica tiende a reducir la tensión en la rodilla y este podría ser uno de los principales factores que condujo al mayor efecto sobre la capacidad funcional en comparación con otros tipos de actividad física. “Ningún estudio anterior ha comparado directamente los efectos a largo plazo del entrenamiento por intervalos de alta intensidad, el entrenamiento continuo de intensidad moderada a vigorosa y la marcha nórdica”, asegura Tasuku Terada, doctor del Laboratorio de Fisiología del Ejercicio y Salud Cardiovascular, División de Prevención y Rehabilitación Cardíaca, Instituto del Corazón de la Universidad de Ottawa. Recomienda que “a la hora de prescribir ejercicio a los pacientes con enfermedad arterial coronaria, debe tenerse en cuenta la preferencia de los pacientes. Nuestros hallazgos pueden repercutir en el cuidado de los pacientes al proporcionarles opciones de ejercicio alternativas basadas en sus intereses y necesidades”, concluye.