Salud

El tratamiento que puede curar las alergias alimentarias

Investigadores de la Universidad de Chicago logran revertir estas reacciones alérgicas con un compuesto bacteriano llamado butirato

El tratamiento que puede curar las alergias alimentarias
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Entre 1 y el 3% de los adultos y entre el 4 y el 6% de los niños sufre algún tipo de alergia o intolerancia a alimentos o ingredientes alimentarios, según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). Las alergias alimentarias se producen por una reacción adversa del sistema inmune a un determinado alimento cuando la persona entra en contacto con él, generalmente al ingerirlo aunque, en los consumidores más sensibles, también al tocarlo u olerlo.

Aunque muchas personas con alergias alimentarias experimentan síntomas leves cuando se exponen a los alimentos desencadenantes, algunas se enfrentan a consecuencias potencialmente mortales. Los alimentos implicados con mayor frecuencia y que causan las reacciones más graves son los cereales que contienen gluten, los crustáceos, huevos, pescados, soja, leche, cacahuete y otros frutos secos.

Para los afectados, la única forma de evitar una alergia alimentaria es no consumir los alimentos que las causan. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Chicago han descubierto que un compuesto bacteriano llamado butirato, ha sido capaz de curar a los ratones de las alergias al cacahuete, y creen que serán eficaces contra todas las alergias e inflamaciones basadas en alimentos.

Algunas de las bacterias del microbioma intestinal producen metabolitos, como el butirato, que fomentan el crecimiento de bacterias beneficiosas y mantienen el revestimiento del intestino. Si el microbioma de una persona no es saludable y carece de estas bacterias productoras de butirato, los fragmentos de alimentos parcialmente digeridos pueden salir del intestino y producir una reacción inmunitaria que dé lugar a una respuesta alérgica.

Una forma de tratar a los alérgicos sería proporcionar las bacterias que les faltan por vía oral o con un trasplante fecal, pero este tratamiento no funciona en todos los casos, explica el doctor Jeffrey Hubbell, uno de los investigadores principales del proyecto. “Así que pensamos, ¿por qué no suministramos los metabolitos -como el butirato- que produce un microbioma sano?”, recuerda.

El problema es que el sabor y olor del butirato es muy desagradable. “Huele muy mal, como la caca de perro y la mantequilla rancia, y también sabe mal, por lo que la gente no querría tragarlo. E incluso si la gente pudiera tragarlo, el butirato se digeriría antes de llegar a su destino en el intestino inferior”, añade el doctor Shijie Cao, de la Universidad de Chicago (Estados Unidos).

Para superar estos desafíos, el equipo de científicos ha encontrado un nuevo sistema de administrar este compuesto. Polimerizaron la buanoiloxietilmetacrilamida -que tiene un grupo butirato como cadena lateral- con ácido metacrílico o hidroxipropilmetacrilamida. Los polímeros resultantes se autoensamblaron formando micelas poliméricas, que escondían las cadenas laterales de butirato en su núcleo, ocultando así el olor y el sabor desagradables del compuesto.

Los investigadores administraron estas micelas a ratones que carecían de bacterias intestinales sanas o de un revestimiento intestinal que funcionara correctamente. Después de que los jugos digestivos liberaran el butirato en la parte inferior del intestino, los polímeros inertes se eliminaron en las heces.

El tratamiento restableció la barrera protectora del intestino y el microbioma, en parte por el aumento de la producción de péptidos que eliminan las bacterias dañinas, lo que dejó espacio para las bacterias productoras de butirato.

Y lo que es más importante, la administración de las micelas a los ratones alérgicos evitó que se produjera una respuesta anafiláctica potencialmente mortal cuando se les expuso a los cacahuetes.

“Este tipo de terapia no es específica para un antígeno -señala Cao-. Así que, en teoría, puede aplicarse ampliamente a cualquier alergia alimentaria mediante la modulación de la salud intestinal”.

El siguiente paso son los ensayos en animales más grandes, seguidos de los ensayos clínicos. Si esos ensayos tienen éxito y la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos aprueba el tratamiento oral, las micelas podrían comercializarse.

El equipo también está investigando la administración por vía inyectable, ya que han demostrado que este método permite que las micelas y su carga de butirato se acumulen en los ganglios linfáticos, que forman parte del sistema inmunitario.