Opinión

Los papas y la guerra

Antonio Pelayo
Antonio PelayoLa RazónLa Razón

La sorpresa de Francisco dedicando su tradicional alocución del Ángelus del pasado domingo a la guerra en Ucrania se inscribe en la línea de los papas del siglo XX para combatir los conflictos más cruentos que la historia ha registrado. Benedicto XV fracasó en sus intentos de detener la primera guerra mundial (1914- 1918) pero sus argumentos pacifistas fueron recogidos por el presidente norteamericano Wilson en sus 14 puntos necesarios para conseguir la paz.

Sobre el papel de Pío XII durante la II Guerra Mundial (1939-1945) se han divulgado innumerables escritos sobre su actitud frente a Hitler y el holocausto pero dos cosas son hoy innegables: decenas de miles de judíos salvaron sus vidas gracias a los esfuerzos vaticanos y el Papa Pacelli, en sus numerosos radiomensajes de esos años, defendió que «todo se pierde con la guerra y nada se pierde con la paz».

En octubre de 1962 el mundo estuvo al borde un conflicto nuclear por la llamada crisis de los misiles cuando los EE UU y Rusia se disponían a usar su arsenal atómico como consecuencia de la instalación en Cuba de bases militares rusas. La intervención del Juan XXIII con Kennedy y Kruschev detuvo la catástrofe.

Pablo VI pronunció el 4 de octubre de 1965 ante la ONU su famoso discurso con el eslogan «No más guerra, nunca más la guerra. La paz debe guiar la suerte de los pueblos y de la humanidad». Muy negativa fue su actitud ante la guerra en Vietnam.

En tiempos más recientes Juan Pablo II se opuso con todas sus fuerzas a la guerra del Golfo (contra la que se pronunció en más de 25 ocasiones) y a las matanzas balcánicas por el fin político de Yugoslavia . Suya es la acuñación del concepto de «injerencia humanitaria», derecho a intervenir para desarmar al agresor que quiere matar.

Francisco ha advertido al mundo  que estamos sufriendo una “tercera guerra mundial a trozos” y ha condenado la guerra, todas las guerras, como una locura sacrílega y absurda.