Amor a España

Una mitra en alerta: «Mi preocupación se llama España»

El cardenal Cañizares se ha erigido como defensor de la unidad del país y la familia

El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares
El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio CañizaresLa RazónLa Razón

Un pastor sin medias tintas de acuerdo a sus convicciones. Llamando a las cosas por su nombre, evitando cualquier tipo de circunloquios. Así se ha erigido el cardenal Antonio Cañizares como voz de la conciencia colectiva ante cuestiones tales como la unidad de España como bien moral o la defensa del matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Nunca le ha preocupado el «linchamiento» que él mismo reconoce haber sufrido en no pocas ocasiones, consciente además de que su mensaje ha sido «manipulado» en aras de la confrontación política y con el fin de situar a la Iglesia como un enemigo de la aparente modernidad.

Especialmente reseñable fue su compromiso con el país cuando regresó de su experiencia romana. «Vuelvo a España, insertado y enraizado en Valencia, con un gran desafío que no puedo omitir y apremia: la unidad», expuso en su primer saludo a la archidiócesis hace ocho años, donde reiteró que «vuelvo a Valencia, vuelvo a España y llevo conmigo una gran preocupación: España misma». Y lo hizo, no como el primer arzobispo valenciano en 91 años, sino desde el convencimiento del riesgo de ruptura de la nación.

Así, ha denunciado la que rebautizó como «revolución cultural laicista», considerando que nuestro país se ha convertido en un laboratorio experimental, o lo que es lo mismo, «la avanzadilla» a través de diferentes reformas como el aborto, la eutanasia, las leyes educativas... Por ello, ha condenado la «escalada» de medidas que se han aprobado contra «la familia cristiana» de la mano de «dirigentes políticos, el ‘imperio gay’ y ciertas ideologías feministas». En el Corpus de 2016 llegó a instar a los católicos a desobedecer aquellas leyes que considera injustas basadas en «la ideología más insidiosa y destructora de la humanidad de toda la historia, que es la ideología de género».

Y de la palabra, a la acción. De hecho, es uno de los promotores del Rosario a favor de la Vida que se celebrará en el atardecer del próximo 14 de octubre en la plaza de la Virgen de Valencia convocado por los obispos de la provincia eclesiástica. «Es un acto muy importante de fama internacional y de gran esperanza porque es un acto de reafirmación de la vida y de la dignidad humana y el bien común», expuso ayer.

Con esa misma contundencia siempre ha reconocido sus errores y los de la Iglesia, entonando un «mea culpa», por ejemplo, sobre la pederastia. Eso sí, poniendo en valor que «la Iglesia española es un ejemplo de lo que se debe hacer para evitar los abusos tremendos, cosa que no ha hecho el Gobierno, que de la manera que lo está haciendo no evitará los abusos», indicó. De hecho, enfatizó que la Iglesia «ha hecho más que nadie» y «ha tomado las riendas y ha actuado sobre todos los casos de abusos». Desde ahí, instó ayer a los periodistas a que «no carguen inadecuadamente contra ella».

Junto al Cañizares mediático está ese Don Antonio profundamente orante. Ese que se encontrado siempre refugio en el monasterio de Buenafuente del Sistal, un rincón de Guadalajara en el que serenarse de la actualidad.