Opinión

China y el Vaticano

Antonio Pelayo
Antonio PelayoLa RazónLa Razón

La República Popular de China y la Santa Sede han decidido renovar por dos años más el acuerdo que contrajeron en Pekín el 22 de septiembre del 2018. Una primera renovación ya tuvo lugar el 22 de octubre del 2020 y por lo tanto esta es la segunda vez que ambas partes han decidido mantener su pacto sobre el nombramiento de obispos.

Fuentes de la Secretaría de Estado han confirmado que el acuerdo –cuyo texto por cierto no ha sido nunca hecho público– sigue en pie y no ha sido modificado en ninguno de sus puntos. Los «negociadores» vaticanos hubieran deseado introducir alguna novedad pero por parte china se prefirió mantener el texto tal cual. Estos pormenores se discutieron entre finales de agosto y comienzos de septiembre en la ciudad de Tianjin donde se celebró una reunión bilateral.

Es indudable que la situación ha ido mejorando paulatina pero demasiado lentamente. Desde la primera firma han sido nombrados de mutuo acuerdo seis nuevos obispos y otros seis «clandestinos» (es decir escogidos en su día unilateralmente por el Vaticano) han sido reconocidos por el gobierno chino. Datos proporcionados por la agencia «Asia News» señalan que en el país existen 98 diócesis de las que un tercio siguen vacantes.

El acuerdo ya fue criticado apenas alcanzando. El Cardenal chino Zen llegó a decir que se estaba «vendiendo» a la iglesia china al gobierno comunista. La administración Trump afirmó que la Santa Sede había perdido su autoridad moral. Francisco y su Secretario de Estado siguen este tema con un nada oculto interés. A la vuelta del viaje a Kazajistán el Papa nos declaró en el avión que «entender a China es una cosa gigantesca. No hay que perder la esperanza y hay que seguir con el diálogo».