Religion

La mujer en el Sínodo

Hay una unanimidad absoluta en pedir que se repiense la participación de las mujeres en la vida de la Iglesia

El Papa Francisco, desde el comienzo de su pontificado, ha insistido en que la Iglesia debe revalorizar la presencia del sexo femenino en sus diferentes órganos
El Papa Francisco, desde el comienzo de su pontificado, ha insistido en que la Iglesia debe revalorizar la presencia del sexo femenino en sus diferentes órganosAlejandro Martínez VélezEuropa Press

Hay documentos y documentos; quiero decir que algunos de los que se publican van directamente al cesto de los papeles y los han leído no muchos más de los que los escribieron. Otros, sin embargo, son leídos e incluso releídos por su valor y autenticidad. Entre ellos no dudo en incluir el que acaba de publicar la Secretaría del Sínodo, que resume las aportaciones realizadas durante la primera fase de escucha al Pueblo de Dios y que han resumido las respectivas conferencias episcopales.

Llama la atención que se hayan recogido equilibradamente los textos procedentes de los cinco continentes, aunque en el lenguaje sinodal se habla de siete porque divide América en dos y añade además a las iglesias católicas orientales. Todos por igual y así se ha dado voz a episcopados totalmente ignorados por la opinión pública.

Hay una unanimidad absoluta en pedir que se repiense la participación de las mujeres en la vida de la Iglesia «enraizada en la dignidad bautismal común» y basada en que «aman profundamente a la Iglesia»; pero a renglón seguido se añade que «muchas sienten tristeza porque su vida no suele ser comprendida y sus aportaciones y carismas no siempre son valorizados».

Estas frases habrán sin duda confortado al Papa Francisco, que desde el comienzo de su pontificado ha insistido en que la Iglesia debe revalorizar la presencia del sexo femenino en sus diferentes órganos de gobierno y de decisión. Y de los dichos se ha pasado a los hechos: ha comenzado a colocar a mujeres en algunos puestos clave de la estructura eclesial, venciendo con ello no pocas resistencias machistas, contrarias por otra parte a la actitud de Jesús, como demuestran los evangelios.