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La cumbre de la «justicia climática»: pasar de las palabras a los hechos

Hoy arranca en Egipto la 27ª Conferencia sobre el cambio climático para fijar qué países financiarán la transición energética

El concepto tiene miga y después de muchos años en los que los países más contaminantes han conseguido «escurrir el bulto», parece que de esta vez ya no se libran. Hoy arranca en Egipto la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con dos principales objetivos: fijar líneas de actuación para reducir las emisiones de CO2 y el concepto al que nos referíamos al principio.

Le han denominado «justicia climática» y viene a decir que los países que históricamente han sido los más contaminantes deben ahora financiar la transición energética de quienes han sufrido las peores consecuencias de esa contaminación y que, curiosamente, coincide con que también son los países más pobres y difícilmente podrán contribuir a reducir la contaminación si no tienen más recursos para cambiar fuentes de energía «sucias» por otras más amables con el planeta.

EE UU y China, a la cabeza

«En África, por ejemplo, que solo se ha emitido el 4% del CO2 mundial y aglutina al 15% de la población de todo el planeta, es uno de los lugares donde más están sufriendo la sequía derivada del cambio climático. O Pakistán, que este verano sufrió inundaciones que obligaron a desplazarse a 30 millones de personas, no ha contribuido de la misma forma a la contaminación mundial que China o EE UU». Lo explica Pedro Zorrilla, responsable de combustibles fósiles en Greenpeace y que apunta al país norteamericano como el «más contaminante a lo largo de la Historia aunque últimamente le ha desbancado China, si bien la población del último es 4 o 5 veces la de EE UU».

Este complicado asunto (fácil de entender pero que costará más llevar a cabo) será uno de los puntos clave de esta cumbre mundial, tradicionalmente cargada de buenas intenciones pero que muchas veces sus acuerdos han quedado luego en papel mojado. «El tema de la justicia climática es importante porque estos países que más sufren las consecuencias son los que tienen menos recursos para reparar los desastres naturales que sufren», sostiene Zorrilla.

Acudir con el medio más contaminante

Así, el tema capital del encuentro mundial que arranca hoy en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij (hasta donde solo se puede llegar en avión, el medio más contaminante) será cómo y quién debería financiar la transición energética; y esto no es otra cosa que dejar a un lado, de una vez, los combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo, que son los causantes de los gases efecto invernadero) para apostar por las energías renovables y potenciar el autoconsumo, tanto para el ahorro económico al no depender de otro país como para contaminar lo menos posible.

Se espera que unas 30.000 personas, entre delegados gubernamentales y de organizaciones internacionales, académicos, activistas, empresarios y periodistas viajen entre hoy y el 18 de noviembre a esa ciudad a orillas del mar Rojo para buscar soluciones a la todavía cuestionada crisis climática. Entre ellas habrá varias decenas de jefes de Estado o de Gobierno que han anunciado su presencia durante la reunión, como el estadounidense Joe Biden o el español Pedro Sánchez.

Así, bajo el paraguas de esta 27ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, los jefes de Estado y Gobierno participarán en una cumbre de alto nivel el mañana y el lunes, con varias reuniones plenarias y mesas redondas de marcado carácter político. De hecho ya se han habilitado espacios para propiciar, dicen los organizadores, el diálogo entre los mandatarios.

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Dos semanas de negociaciones

Luego arrancarán casi dos semanas de negociaciones técnicas y jornadas académicas, ponencias, informes técnicos, protestas y reivindicaciones de la sociedad.

La presidencia egipcia ha insistido en que su objetivo es que los países más desarrollados pasen «de las palabras a los hechos» y activen de una vez la entrega de la financiación prometida (100.000 millones de dólares, hasta la fecha) para que los países con menos recursos puedan abordar la transición energética.

También buscan que la empresa privada se active en esta financiación, así como que se avance en solucionar el asunto de «las pérdidas y daños», como se denomina a las indemnizaciones debidas a los países en desarrollo por los efectos del calentamiento global del que apenas han sido responsables.

El enfoque egipcio busca poner sobre la mesa las inquietudes del sur global, que se plasmarán también durante los días temáticos en los que se abordarán problemas como la financiación, la adaptabilidad al cambio climático, la agricultura o los impactos específicos del cambio climático para la juventud y las mujeres, entre otros temas.

También se hará un llamamiento para que se deje de invertir en plantas de extracción de petróleo ya que, según recuerda Zorrilla, «los expertos ya han dicho que solo con las que ya se usan actualmente incumpliríamos el acuerdo de no superar el 1,5ºC de aumento de la temperatura del planeta. Y ya estamos en el 1,1ºC», advierte.

Ucrania

Pero más allá de las seguras fricciones y disputas que se darán en los debates técnicos y la opinión de expertos de corrientes contrarias, tanto la presidencia egipcia como las Naciones Unidas han alertado del peligro que la crisis desatada por la invasión rusa de Ucrania y la tensión entre distintos bloques impida que se llegue a acuerdos de relevancia.

Sin embargo, resulta poco probable que ese tema, que tiene importantes ramificaciones en cuestiones climáticas, como la energía o la seguridad alimentaria, quede fuera de la reunión, por muchos esfuerzos que se hagan entre las partes por hacer la vista gorda al asunto en un encuentro cuyas decisiones además deben tomarse por consenso.