Sevilla

A la caza de la toxina

La Razón
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l ¿A tenor de los resultados, ¿debe descartarse una intoxicación por fecha de caducidad?

–Se me hace muy difícil pensarlo. ¿Probable? No. ¿Posible? Puede que uno de los manipuladores que tocara un producto sumamente tóxico, pero se trata de una situación rocamboleca. La situación más habitual entre los manipuladores de alimentos es la salmonella: por haber tocado algo contaminado, haber ido al baño y no lavarse las manos después... Es algo más frecuente en las residencias de ancianos. En el caso de Alcalá de Guadaíra, con una familia normal aunque económicamente deprimida, da la sensación de que alguno de los alimentos estuvo en contacto con alguna sustancia muy tóxica. Pero no alimenticia, sino de tipo venenoso. ¿El porqué? No lo sabemos.

l Se habla de alimentos contaminados por neurotoxinas. ¿En qué productos se encuentran y cómo afectan a nuestro organismo?

–Tampoco hay tantos productos a nivel doméstico que contengan neurotoxinas. Matarratas, insecticidas... Pero las cantidades para matar a una persona son mucho más grandes. Las neurotoxinas atacan al sistema nervioso. Actúan sobre la estimulación del nervio y el proceso muscular. La víctima cada vez se encuentra más lenta, sufre alteraciones estomacales, vómitos, etc. ¿Pudieron llegar las neurotoxinas al estar cerca los alimentos de los detergentes? Eso ocurre en algunos supermercados. Pero rara vez están tan cerca como para que algo así ocurra. En este sentido, los análisis serán interesantes.

l La familia denuncia que los servicios médicos tuvieron que regresar de nuevo tras una segunda llamada.

–Éso es más grave. Que no se aprecie una sintomatología tan aguda da mucho que pensar. Si se ha producido así, podría ser una negligencia importante. Por otro lado, casos como el de Sevilla hacen saltar otra vez la alarma social.

l Se habla de que pudieron comer queso. ¿En qué medida se puede contaminar este alimento por causas naturales?

–Puede tener tiraminas, aminas biógenas, que son los que le dan olor y sabor. El queso estropeado tiene un fuerte sabor a amoniaco. Pero tampoco es tan fulminantemente venenoso. Lo terrible es cuando el amoniaco se forma en el interior, formando encefalopatías.