Empleo
Alto riesgo de fertilidad
El título de este artículo no es ningún juego de palabras. Es la descripción fría de una mujer joven por parte del Departamento de Recursos Humanos de cualquier empresa privada o entidad pública cuando utiliza el contrato laboral para incorporar a una trabajadora a su plantilla. La descripción, que naturalmente no dejará huella en ningún informe, equivale a estigmatizar al candidato ante una eventual contratación .
Cuando el estigma se conjuga a la vez que las aspiraciones a desarrollar una carrera profesional o a la necesidad de procurarse el sustento vital o familiar, el resultado nos conduce a la estadística que acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística; ya son más las personas que fallecen en España que los niños que nacen. Entre enero y junio de este año murieron 225.924 personas frente a los 206.656 nacimientos. El resultado es un crecimiento vegetativo negativo de -19.268 personas. Esto es lo que hay y, sobre todo, es lo que se espera para los próximos años.
España envejece irremediablemente. La tasa global de fecundidad (número de hijos por cada 1.000 mujeres) sigue bajando año tras año; 42,1 en 2010; 41, 2 en 2011; 40,1 en 2012; y 38,2 en 2013 si nos limitamos sólo a los últimos años. La crisis económica sólo ha acentuado una tendencia que ya existía antes. El perfil demográfico español no tiene su única causa en la crisis; obedece a un cambio de valores en la sociedad en los que las carreras profesionales se han impuesto a la creación de una familia retrasando la edad a la que se tiene el primer hijo que ya supera los 32 años en promedio.
Pero seamos honestos. Si la contratación de una mujer con el estigma de «alto riesgo de fertilidad» es un desincentivo para el empleador y al mismo tiempo la sociedad valora como un beneficio colectivo el rejuvenecimiento de la población, ¿por qué no garantizar la natalidad compensando a las empresas de forma que el desincentivo desaparezca? ¿Acaso no es la misma lógica que se aplica cuando se subvencionan a las empresas que cambian su sistema productivo para contribuir a la preservación del medio ambiente? ¿Queremos un medio ambiente preservado pero sin población que lo disfrute?
Resulta evidente que la legislación laboral protectora de la mujer embarazada no ha sido suficiente para garantizar la igualdad de condiciones al acceso de trabajo entre mujeres y hombres jóvenes. Por tanto y salvo que queramos seguir por la senda del suicidio demográfico de España ¿no es momento de poner en marcha mecanismos compensatorios que acaben con esta discriminación tan repugnante como extendida?
Ahora que tantos ríos de tinta se vierten en demanda de la «constitucionalización» de todo un abanico de derechos, apena ver las escasas líneas que se dedican al problema del envejecimiento de España. Para mayor abundamiento invito a prestar atención a contar los minutos que dedican los candidatos a presidente del gobierno a esta cuestión en radio, televisión, entrevistas en prensa o mensajes en redes sociales. Pocos ¿verdad? Igual es porque la propia sociedad española prefiere creerse eternamente joven a base de tratamientos antienvejecimiento.
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