Bilbao

Ángeles de la guarda del siglo XXI

LA RAZÓN acompaña a las usuarias del servicio de escolta que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Santurce para garantizar la seguridad de sus vecinas durante las fiestas. Los «guardaespaldas» esperan en la puerta hasta que las jóvenes afirman por el telefonillo haber entrado en casa.

El consistorio puso en marcha el servicio para evitar que se repitan situaciones de abuso sexual como la ocurrida en los Sanfermines de 2016
El consistorio puso en marcha el servicio para evitar que se repitan situaciones de abuso sexual como la ocurrida en los Sanfermines de 2016larazon

LA RAZÓN acompaña a las usuarias del servicio de escolta que ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Santurce para garantizar la seguridad de sus vecinas durante las fiestas. Los «guardaespaldas» esperan en la puerta hasta que las jóvenes afirman por el telefonillo haber entrado en casa.

El grupo «La Raíz» anunció que 2018 sería su despedida de los escenarios. Por eso, todos los aficionados de la provincia de Bizkaia, e incluso algunos de Burgos, acudieron al concierto que dieron el martes pasado en Santurce con motivo de las Fiestas del Carmen. Este conjunto valenciano que salta del rock al reggae, pasando por el hip hop, tiene mucho tirón en el País Vasco y es uno de los preferidos de Anne y sus amigas. A ella le daba igual tener que madrugar para ir a trabajar al aeropuerto al día siguiente; quería despedirse de su banda. A las seis de la mañana sonaría el despertador y una hora después los «buenos días» del primer cliente para hacer el «check-in». Así que, esa noche, decidió llevarse el coche a Santurce desde su pueblo, Las Cerreras –a poco menos de 15 kilómetros–, para obligarse a no beber y retirarse a descansar a una hora prudencial.

Las fiestas de Santurce son conocidas en toda la comarca y es imposible dejar el coche en las calles del centro. Menos aún por la zona del puerto donde está el recinto ferial y las «txosnas» –carpas con música–. «El barrio de San Juan –ubicado en las faldas del Serantes–, es la mejor opción de parking en esos casos», pensó Anne. A plena luz del día, el camino es seguro y «si vas mirando el móvil se te pasa enseguida».

Pocos minutos después de las once de la noche, el escenario del parque de Las Olas vibró cuando La Raíz apareció en escena. Tras más de dos horas de concierto y una despedida apoteósica, las amigas de Anne decidieron continuar la fiesta en las «txosnas». Para ella, sin embargo, la noche debía terminar. El problema era volver sola a por su coche. No le apetecía tener que correr, ni mirar su sombra por si aparecía la de otra persona, ni pasar miedo por si alguien se acercaba a robarle como ya le había pasado en Bilbao, o a acosarla con el típico «guapa, ¿adónde vas?». Pensó, además, que a buen seguro sus amigas no estarían dispuestas a acompañarla hasta la parte alta del pueblo, pero sí hasta la carpa de la DYA –la base del Servicio de Emergencias– donde el Ayuntamiento ofrece este año, y de forma pionera, el servicio de acompañamiento nocturno. Prestado por «auxiliares de prevención y acompañamiento», se trata de un grupo de trabajadores –cuatro en total, todos hombres– de una empresa especializada en seguridad de eventos y vigilancia de instalaciones que, durante las fiestas de El Carmen de Santurce y contratados por el Consistorio, se encargan de acompañar a destino seguro a todo aquel que lo solicite. El servicio se ofrece cada hora desde la una hasta las seis de la mañana, y el objetivo es evitar posibles situaciones de acoso y agresiones a mujeres. Los auxiliares de acompañamiento trabajan en coordinación con la Policía Local y deben dar cuenta de la hora a la que salen con la usuaria, así como de la dirección a la que ambos se dirigen. Una vez la chica llega a destino, esta debe asegurar al acompañante que ya está en su vivienda, sana y salva, comunicándoselo por el telefonillo.

«Mi madre siempre me insiste, ''Anne, por favor, no vuelvas sola''. Por eso he venido a solicitar el servicio. Ya tuve un susto la semana pasada en Bilbao. A las doce del mediodía, cuando estaba esperando el bus, se acercó un hombre y me increpó. Quería robarme. Imagínate, si eso pasa a plena luz del día cómo no voy a tener miedo por la noche», comentó Anne, de 20 años, con otras usuarias que aguardaban también su turno a eso de las 01:30 horas de la madrugada. Sabía que aún le quedaba media hora para que saliera la siguiente comitiva, pero ella tenía prisa por volver. Más que por arañar horas de sueño, por evitar más preocupaciones a sus padres: «Siempre que salgo sé que no duermen, que están con un ojo entreabierto esperando el ruido de la llave en la cerradura. Vivo a 15 minutos del tren y, en alguna ocasión, mi madre ha llegado a esperarme en la estación aun sin saber la hora exacta a la que iba a llegar», asegura.

Es el turno de Anne. Pero su acompañante, al percatarse de la presencia de periodistas, decide comunicárselo al jefe de la Policía Local. Esgrime que no es bueno que ningún caso salga en prensa por si eso cohíbe a otras chicas a utilizar el servicio: «Pueden pensar que no se está guardando su intimidad». «Fíjese, nosotros no llevamos ningún tipo de uniforme ni distintivo para que la chica, cuando salga con nosotros, no esté señalada. Es un tema que nos tomamos muy en serio», explica, y añade: «Si tenemos constancia o ella nos comunica que ha sufrido algún episodio de acoso o abuso lo reportamos directamente a la Policía para que sean los agentes quienes la acompañen a su casa, más aún si el agresor pueda estar por el pueblo o los alrededores».

Los otros tres auxiliares esperan a ser solicitados. Saben que la mayoría de las demandantes son chicas menores y que deben esperar a que entren a casa y que sus padres les den el «ok» antes de emprender el camino de vuelta a la carpa de la DYA. «Muchos padres han salido a la puerta a darnos la mano y agradecernos nuestra labor», asegura uno de ellos. En ese momento, unas madres que habían ido a recoger a sus hijas al término del concierto, al oírlo, se interesan por saber qué es eso del servicio de acompañamiento que ha puesto en marcha este año la alcaldesa de Santurce, Aintzane Urkijo (EAJ/PNV) . «Mira, el viernes, que os dejamos salir hasta más tarde, lo podríais solicitar», le dice una de ellas a su hija, una joven de 16 años.

Otro grupo de adolescentes espera la cola mientras bailan «El anillo pa’ cuando», el último hit del verano de Jennifer López. Todas tienen toque de queda interpuesto por sus padres, y como viven en los barrios más alejados de Santurce –San Juan, Mamariga y Cabieces–, «nos han dicho que nos dejan salir si luego nos traen a casa los acompañantes del Ayuntamiento». «A mí me han metido miedo con los albaneses y no quiero ir sola por la calle», comentó una entre cuchicheos al resto. Fuentes de la Policía Local informaron, no obstante, de que hasta el jueves no se registraron denuncias por acoso «ni de albaneses ni de locales». Desde hace unos meses, hay asentamientos de ciudadanos de Albania a las afueras del pueblo esperando poder colarse como polizones en ferrys con destino a Gran Bretaña en busca de un futuro mejor. «Normalmente no dan problemas, pero si son fiestas y se emborrachan pueden ocasionar incidentes». «Muchas veces se mete miedo a las adolescentes con este asunto para que siempre vuelvan acompañadas», aclara un agente.

La idea del servicio de acompañamiento instalada en la localidad vasca de Santurce es evitar que se enturbie la imagen de la ciudad con casos como el de «La Manada» en los Sanfermines. «Es verdad que ha suscitado interés en otros municipios, pero por el momento no nos han solicitado información de los pormenores del mismo», informaron a LA RAZÓN fuentes municipales. Lo cierto es que, pese a que no es la solución idónea para acabar con situaciones machistas de acoso y abusos en fiestas, ha sido todo un éxito. Hasta el jueves, 248 personas, todas ellas mujeres, solicitaron el servicio de acompañamiento; el 62,5% de ellas, menores de edad.