Criminalidad

'Ángeles de la muerte': enfermeros que asesinan a sus pacientes

En España se ha registrado al menos un caso en los últimos años, el de Joan Vila, que asesinó a ocho ancianos en una residencia y otro está en proceso judicial, el de una enfermera de un hospital público.

El celador del geriátrico La Caritat de Olot, Joan Vila, en la Audiencia Provincial de Girona en noviembre de 2013 poco antes de conocer el veredicto del jurado popular que le ha juzgado por acabar con la vida de once ancianos, entre agosto de 2009 y octubre de 2010. Foto: EFE/Robin Townsen
El celador del geriátrico La Caritat de Olot, Joan Vila, en la Audiencia Provincial de Girona en noviembre de 2013 poco antes de conocer el veredicto del jurado popular que le ha juzgado por acabar con la vida de once ancianos, entre agosto de 2009 y octubre de 2010. Foto: EFE/Robin Townsenlarazon

En la criminología el término 'ángel de la muerte' es usado para referirse a médicos, enfermeros, auxiliares o cuidadores que aprovechándose del fácil acceso que tienen a pacientes, comente asesinato.

Ejemplos de este tipo de asesinos en serie hay en casi todo el mundo. Uno de ellos fue de Donald Harvey, que fue encontrado muerto a golpes a los 64 años en su celda en Estados Unidos el año pasado mientras pagaba una triple cadena perpetúa. Este asesino confeso de 54 personas llevaba una lista de sus víctimas en donde anotaba el nombre y fecha de los homicidios.

Harvey realizó los asesinatos en un lapso de cuatro años cuando laboró como enfermero en dos hospitales entre 1980 y 1987. Los crímenes los realizaba administándole a los pacientes cianuro, raticidas, gases, inyección de aire en las venas y bolsas de plástico o almohadas para cortar el oxígeno.

En Canadá, por ejemplo, el año anterior Elizabeth Wettlaufer declaró haber asesinado a ocho ancianos a los que cuidaba y en diciembre pasado, en Alemania, Niels Högel, una enfermera alemana que ya cumplía cadena perpetua por dos asesinatos, fue acusada de otros 97 homicidios en dos hospitales. El caso de Högel, es el tercero de este tipo en Alemania en los últimos años según recoge The Telegraph.

En España existen otros casos similares. Uno de ellos es el de Joan Vila, un celador y auxiliar de enfermería que asesinó a 11 ancianos de la residencia La Caritat (Girona) entre 2009 y 2010. Tras un polémico juicio de 10 días, un jurado lo halló culpable y lo sentenció a 127 años de cárcel en 2013.

“No recuerdo bien lo que pasó, pero pienso que no intervine en su fallecimiento”, declaró Vila en el juicio. A tres de las ancianas las asesinó haciéndoles ingerir líquidos tóxicos como lejía lo que provocó que su órganos se quemen por dentro.

El celador de Olot, como fue bautizado por la prensa, trabajó durante cinco años en la residencia. Fue descubierto cuando le dio de beber desincrustante ácido a una mujer de 85 años que fue trasladada al hospital en donde murió. Allí los médicos certificaron que la muerte de la anciana no era por causas naturales tras comprobar que tenía quemaduras en las vías respiratorias, el esófago y la boca.


Al día siguiente los Mossos d’Esquadra visitaron la residencia y revisaron 28 cámaras de vigilancia. Una de las cintas captó a Vila entrando al cuarto de la limpieza y luego a la habitación de la mujer. Vila fue interrogado y admitió que había matado a la anciana. Ese mismo día confesó que en esa semana había asesinado a otras dos mujeres.

Según las investigaciones, en el 2007 se produjeron 57 muertes en La Caritat y 27 fueron en el turno de Joan Vila, que laboraba los fines de semana y festivos. La defensa de Vila alegó que este quería “ayudar a morir a sus víctimas” sin tener conciencia de lo que estaba haciendo.

El parte psicológico de Vila rezaba que este "no manifiesta sentimientos de arrepentimiento” por los asesinatos y que no sufre de trastorno de personalidad, ni tiene alteradas “sus capacidades cognitivas y volitivas”. Durante al menos 20 años acudió a psiquiatras y psicólogos pero ninguno detectó que fuese a convertirse en un asesino en serie.

De acuerdo a declaraciones de uno de los especialistas que habló con Vila, dijo que este era "bondadoso y buena persona con la gente, pero dentro de su privacidad va volviéndose más peligroso hacia los demás”. Una investigación de la Universidad de Birmingham revela que ganar notoriedad ante sus colegas es un rasgo común en los enfermeros de la muerte.

Más recientemente, hace tres años, se destapó el caso Beatriz L. D, una auxiliar de enfermería que llevaba 10 años laborando en el Hospital Universitario Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares en Madrid. A la mujer se le acusa de asesinar, en el 2015, a una anciana de 86 años justo antes de ser dada de alta. La investigación policial, que inició antes de ese asesinado pues había sospechas de mala praxis por parte de Beatriz, determinó que ella entró cuatro veces en menos de 90 minutos a la habitación de la paciente. En esas visitas, la enfermera le habría suministrado aire por vía intravenosa lo que le provocó una embolia y posteriormente un infarto.

La Policía vincula su participación en otras tres muertes y actualmente está en prisión provisional en el centro de Alcalá Meco. La investigación apunta a que su animadversión por los médicos fue el móvil del crimen. Los excompañeros de la mujer la describen como extrovertida, servicial y trabajadora. Algunos la acusan, en cambio otros se niegan a creer que esté implicada.

De acuerdo a uno de los expertos en este tema, citado por The Telegraph en un artículo, "cuando gente muere y un médico o una enfermera está implicado, las personas no creen que eso sea posible". A criterio del especialista esto hace que el profesional de la salud pueda salirse con la suya o tarde en ser descubierto. Muchos "tienen un complejo de Dios y disfrutan de ver su poder manifestarse en dar y quitar la vida".

En términos generales existen algunos rasgos identificables de estos 'ángeles de la muerte' como que las enfermeras son más culpables de estos asesinatos que los médicos. Otra es que estos asesinos padecen de problemas psicológicos o tuvieron una infancia difícil, lo que probablemente los inspiró a ingresar de la medicina.