Sociedad

Antonio, el solista de la orquesta

Es el primer adolescente con autismo en España en el conservatorio en grado profesional. Con sólo cinco años afinaba la guitarra sin notas de referencia.

Antonio con uno de sus profesores del Conservatorio
Antonio con uno de sus profesores del Conservatoriolarazon

Es el primer adolescente con autismo en España en el conservatorio en grado profesional. Con sólo cinco años afinaba la guitarra sin notas de referencia.

El 31 de agosto del año 2000 nació Antonio Belmonte. Ese día ni los meses siguientes sus padres se imaginaban el vuelco que les iba a dar su vida. Su hijo hablaba como otros niños de su edad y ya desde bien pequeño demostraba su gusto por la música. Estaba muy unido a su abuela, que había sido profesora, y gracias en parte a ella discernía excesivamente pronto para su edad lo que era un cuadrado, de un hexágono o un pentágono. Pero a los 18 meses, su aprendizaje del desarrollo de lenguaje oral se frenó. Antonio empezó a mostrarse más serio de lo normal. En aquella época murió su abuela y sus padres pensaron que quizá se debía a ello. Pero el diagnóstico que meses después les iban a dar era otro bien distinto. Antonio tiene trastorno del espectro autista (TEA). «No fue agradable escuchar ese diagnóstico», recuerda su padre que también se llama Antonio. Los padres decidieron «coger el toro por los cuernos». Tras encajar la noticia empezaron a trabajar desde muy temprano con él. Sabían que una persona con autismo presenta problemas de comunicación con el lenguaje, sobre todo el oral, así que decidieron potenciar sus habilidades. Aunque nunca pensaron que su talento le iban a hacer único.

Dada su pasión, y también en parte a que su padre es músico aficionado, Antonio empezó a ir a la academia a los cinco años. «Tengo varios instrumentos en casa y le agradaba que tocase y jugar con ellos. A los cinco años descubrimos algo muy curioso. Antonio cogía una guitarra desafinada y de oído, sin ninguna nota de referencia, la afinaba. Comprobamos con un afinador electrónico que siempre las dejaba clavadas. Eso es muy raro. En una orquesta siempre primero uno da una nota para que los demás afinen los instrumentos. Reconocer los hertzios como él nos llamó la atención. Luego nos metimos en internet y vimos que podía, como así fue, tener oído absoluto, una capacidad que tiene una de cada 10.000 personas».

A sus 15 años, Antonio está en 2º Profesional en el conservatorio. «Ha aprobado la evaluación, así que es muy probable, seguro, que pase de curso». Es «la primera persona con autismo en España que logra estar en el conservatorio en grado profesional o al menos que esté documentado». De hecho, tras los cuatro años de Elemental, «pedimos al conservatorio que para la prueba de acceso se le hiciera una prueba adaptada. El conservatorio lo gestionó con la Administración. Recuerdo que estábamos nerviosos, pero al final permitieron que le simplificaran la sintaxis de las preguntas del examen teórico para que él las entendiera. La parte práctica fue igual que la de los demás».

Antonio explica «que es una pena que lamento el saber que no voy a poder tener nunca conversaciones normales con él, pero los fines de semana, cuando toco con él y con mis otros dos hijos, se me olvida completamente. En ese momento Antonio no tiene ninguna discapacidad, es el que toca mejor. Es agradable».

Aunque el contrabajo y la guitarra sean sus instrumentos favoritos no son los únicos. Toca una docena, compone, mezcla... Y ahora es el protagonista de un corto, «El solista de la orquesta», un documental dirigido por Arantxa Echevarría, dentro de las diferentes iniciativas de la Fundación Orange. «Su preestreno fue el pasado jueves en Albacete y se va a presentar festivales», explica Manuel Gimeno, director general de la Fundación Orange. La idea del cortometraje surgió de casualidad. La Fundación «trajo a Madrid a Derek Paravicini, un artista musical ciego y con TEA que venía con su profesor especializado en estos casos. Antonio y sus padres vinieron de Albacete a escucharles. Paralelamente, habíamos lanzado la página web TEAdmiro para poner en valor las cosas que hacen las personas con autismo, como cómics manga, esculturas de ascendencia mexicana...».

«En 2007 empezamos a trabajar en la fundación en el autismo, con el desarrollo de herramientas de software gratuitas dedicada a mejorar la comunicación y calidad de vida personas con TEA», recuerda. Y es que son precisamente las terapias lo que mejor les viene a las personas con autismo. «Ninguna cura el autismo, pero sí funcionan las intervenciones psicoeducativas que promueven el desarrollo de competencias personales, que ayudan a que esté incluido en la comunidad, tener autonomía, desarrollar su aprendizaje escolar, habilidades sociales, de comunicación social...», explica Ruth Vidríales, psicóloga de Confederación Autismo España.

Y sobre todo olvidar los mitos. «Eso de que las personas con autismo no son cariñosas es un mito. Mi hijo por las mañanas viene a la habitación y se mete con su madre y conmingo en la cama. A Antonio le gusta abrazar y ser abrazado», dice su padre. También lo afirma Vidríales. «Se acaba confundiendo las propias dificultades en el comportamiento y comprensión social con un comportamiento intencionado. No saben cómo interactuar con otras personas, expresar sentimientos. Por ejemplo, parece que no quieren jugar, pero no es que no quieran, es que no saben. Lo mismo puede pasar con el cariño, lo demuestran, pero quizá no de forma convencional».

Y es que aún queda un largo camino por recorrer. «Universalizarles es un error», dice Gimeno. Y es que no todos tienen la habilidad de Antonio. Pero todos, sin excepción, tienen cualidades. Sólo hay que saber «escucharlas».