Sucesos

Así confesó «la Maje» de Oviedo

La policía acusa a Marta y Nelson, taxista y amante de ésta, que urdieron un plan para acabar con la vida del novio de ella. Desde el jueves ambos están en prisión. El hermano del fallecido habla para la razón de las sospechas que siempre tuvo

Marta, panadera de Oviedo, de 27 años, confesó al poco de ser detenida el pasado martes. El presunto asesino no la implicó, pero todo apuntaba a que había participado en la muerte
Marta, panadera de Oviedo, de 27 años, confesó al poco de ser detenida el pasado martes. El presunto asesino no la implicó, pero todo apuntaba a que había participado en la muertelarazon

La policía acusa a Marta y Nelson, taxista y amante de ésta, que urdieron un plan para acabar con la vida del novio de ella. Desde el jueves ambos están en prisión. El hermano del fallecido habla para la razón de las sospechas que siempre tuvo

Su muerte cayó en jueves, uno cualquiera del mes de diciembre de 2017. Podía haber ocurrido un día antes o uno después, lo mismo daba. Iván estorbaba y alguien decidió que había que meterle una bala entre ceja y ceja. Sólo había que buscar la oportunidad. El joven, de 31 años, había superado recientemente un linfoma de Hodgkin y se encontraba muy débil, por eso no salía mucho. Sin embargo, aquel jueves desde primera hora se sintió bien. Reunió fuerzas para salir de casa a comer con una amigo y así se lo anunció a Marta, la mujer con la que convivía desde hacía seis años. Ella lo animó. Iván bajó a la calle sin saber que su sentencia venía rumiándose desde hacía tiempo. Caminó tranquilo hasta el garaje, a unos cientos de metros de su domicilio. Allí, escondido entre los coches con una pistola en la mano, acechaba Nelson, taxista de 42 años. Aguardó a que su víctima le diese la espalda para dispararle, a traición. Tres tiros, uno de ellos en la cabeza.

Del crimen, que se cometió poco después de las tres de la tarde, no hubo testigos. Marta, panadera en Oviedo, de 27 años, se vació de lágrimas al enterarse. Fue Yonathan, el hermano de Iván, quien le avisó de la terrible noticia. Así se lo cuenta a LA RAZÓN: «Acudí al garaje en cuanto me enteré y la policía me pidió que llamara a Marta. Lo hice. Le dije que bajara, pero ella no paraba de preguntar: “¿Pasó algo?”. Al final me hizo caso y vino a la cochera. Se me agarró temblando y se puso a gritar como una loca: “¿Por qué, por qué, por qué?”. Un poco más y se me muere ella también allí. Luego me enteré de que Marta había pasado por delante de la cochera un par de veces ese mismo día, antes de que yo llegase, cuando la policía ya había encontrado el cadáver y ni se había acercado a preguntar. Aquello me mosqueó mucho e informé a los investigadores».

En el funeral, Marta, con la mirada perdida, aceptó el pésame de todos los amigos y familiares. Se preguntaba en voz alta, como una plañidera, qué iba a ser de su vida sin él: «Más ahora que tengo un bebé de Iván en el vientre». Aquello a la familia le chocó, porque el joven, debido a la tratamiento de la leucemia, quimioterapia incluida, había quedado estéril, pero estaban tan tristes y abatidos que no quisieron darle vueltas.

Ya fuera por su fabulosa interpretación o por las circunstancias del crimen, la policía creyó que el asesinato de Iván se había debido a un ajuste de cuentas por drogas, porque el joven en algún momento de su vida había coqueteado con ese lado oscuro. Se escarbó en ese ambiente, pero las pesquisas no fructificaban. Fue entonces cuando desde Asturias se pidió ayuda a la UDEV, concretamente al Grupo Central de Homicidios. Los agentes llegados de la capital estudiaron las extensas pesquisas de sus compañeros como si fueran a presentarse a una oposición. Un detalle les hizo torcer el gesto. Marta, la afligida viuda, había empaquetado sus cosas a los cuatro días de la muerte y se había trasladado a vivir de Langreo a Oviedo. Hasta aquí nada raro. Podía estar huyendo del dolor. Lo llamativo era que su nuevo domicilio lo había alquilado un tal Nelson, 15 años mayor que ella, divorciado, con una hija. Los dos convivían como pareja. El luto parecía miserable y sospechosamente escaso. «Yo les había avisado de que el comportamiento de Marta no era normal», subraya Yonathan. «En todos estos meses nunca subió al cementerio a ver a mi hermano y eso no era lógico. Después del entierro jamás volvió a hablar con nosotros, ni envió un mensaje a mis padres. Yo me la encontré varias veces en Oviedo y Marta ni me saludaba. Bajaba la cabeza y me evitaba. Sabía que ella escondía algo. Intuía que tenía ver con el asesinato. Vamos, estaba seguro».

A Nelson los investigadores le llamaron a declarar y él explicó que ese día no había estado en Langreo. Su testimonio por nervioso resultó inconsistente. Revisaron cámaras, hablaron con vecinos de la zona del crimen y por fin consiguieron ubicarle en las proximidades del aparcamiento el día del asesinato de Iván. Ese día se encendieron todas las alarmas. Le volvieron a citar en comisaría y sin rodeos le tiraron a la cara su mentira. «Es verdad, perdonad. Me acabo de acordar. Sí que estuve allí», respondió azorado. «Llevé a una mujer que es cliente habitual. No sé si ella se acordará porque es muy mayor, pero yo lo puedo demostrar porque apunto todo en la agenda. Os la puedo enseñar, porque ahí debe constar el encargo y el trayecto», les ofreció a modo de coartada. Los agentes aceptaron el ofrecimiento. Nelson salió a su taxi y regresó con el documento. «Los veis», les invitó a mirar, «está aquí anotado». Los investigadores le dejaron irse, pero antes tomaron nota del nombre de la mujer a la que supuestamente había trasladado en el taxi deseando que la edad no hubiese erosionado su memoria. La mujer reconoció que era cliente suya habitual, «pero a mí no me llevó a Langreo ese día. No sé de dónde se habrá sacado eso».

Por primera vez en toda la investigación el foco de las sospechas iluminaba a una persona con nombres y apellidos: Nelson. Pero además varias dudas inquietantes planeaban sobre la investigación. Si Iván estaba habitualmente recluido en su casa, ¿cómo supo su asesino que ese día bajaría a la calle y la hora exacta?; ¿Quién le informó de que Iván iría a la cochera?; ¿Cómo accedió al aparcamiento si estaba cerrada?; ¿Quién le facilitó las llaves? La respuesta parecía obvia. Además, los investigadores averiguaron, que Marta, a espaldas de Nelson y de Iván, venía manteniendo relaciones con algunos amantes más.

El martes pasado la policía los detuvo a los dos. Nelson altivo se negó a responder a ninguna pregunta. Marta, sin embargo, confesó pronto: «Reconozco que por conversaciones de mi entorno empecé a sospechar que Nelson podía haber matado a Iván. Fui atando cabos y al final me convencí de que él había asesinado a Iván. Entonces me acordé de que el día anterior al crimen yo le había comentado al taxista que Iván me había maltratado. Quizá ese fue el detonante. Nelson me acabó confesando en febrero, dos meses después de la muerte, que él apretó el gatillo».

Con esta declaración los agentes volvieron a sentar al taxista en la sala de interrogatorios. El hombre, enamorado hasta la médula, evitó implicar a Marta: «Ella llorando me confesó el día anterior la muerte de Iván que él la maltrataba. Le seguí al parking. Abrió por el portón y me colé detrás de él. Cuando notó mi presencia se me encaró. Le dije que tenía que dejar en paz a Marta, que no iba a tolerar que la maltratase más. Entonces él sacó una pistola. Forcejeamos y se disparó sin querer. Yo no quise matarle, fue un accidente». El juez y los investigadores están convencidos de que los dos planificaron el crimen. Hay cosas que se caen por obvias. Como que fueron tres disparos y tal número por accidente supera el absurdo. Su señoría lo vio claro desde el principio y el jueves los mandó a prisión.