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Así creó un youtuber una ciudad en miniatura para sus gatos: "Parecen personas"
Xing Zhilei ha pasado dos años construyendo calles, andenes, un metro funcional y hasta un 'Meowdonalds' donde sus felinos suben al tren o cenan como verdaderos ciudadanos

Si los vídeos de gatos ya eran un clásico de Internet, el creador chino Xing Zhilei ha elevado el concepto a una dimensión descomunal. Bajo el seudónimo de Xing’s World, este joven lleva veinticuatro meses levantando una urbe en miniatura pensada exclusivamente para sus mascotas, un proyecto que combina ingeniería casera, humor y una obsesiva atención al detalle para que los felinos “vivan como personas”.
La idea nació como un juego y acabó convertida en un universo paralelo. Calles adoquinadas, fachadas de supermercado, un banco, una sala de cine y, más recientemente, un restaurante bautizado con guiño felino como "Meowdonalds" forman el escenario donde los gatos transitan con la naturalidad de unos vecinos más.
El último estreno ha sido un metro completo con andén, vagones y escalera mecánica, obra que ha exigido cuatro meses de pruebas para lograr que puertas y plataformas funcionen al unísono.
Cuatro meses de tornillos y trenes en miniatura
El vídeo estrella muestra a Mr. Nice, uno de los gatos, esperando pacientemente el convoy, subiendo con paso firme y ocupando un asiento como quien coge la línea 1 cada mañana. El reto técnico ha sido descomunal: cada puerta debía abrirse solo cuando el tren se detuviera, la escalera mecánica debía encajar con el ritmo felino y el conjunto debía resistir el peso y la curiosidad de varios animales. Xing grabó cada paso, desde el cableado hasta el ajuste final de los raíles, y el resultado convierte la escena en una parodia perfecta de la vida urbana.
El éxito no reside solo en la mecánica, sino en la ternura que despierta ver a los gatos interactuando con su entorno. En el "Meowdonalds" se acercan al mostrador como si pidieran un menú, se suben a las mesas y hasta fingen pagar con una patita. El creador ha reproducido carteles, mostradores y sillas a escala felina, y el efecto es tan convincente que muchos seguidores comentan que los animales “parecen personas disfrazadas de gato”.
El esfuerzo ha sido titánico: incontables horas de bricolaje, materiales reciclados y un presupuesto ajustado que ha ido creciendo gracias a las visualizaciones. Xing no oculta el cansancio, pero asegura que cada vez que ve a sus gatos subir al vagón o dormir dentro del banco de la plaza siente que el trabajo ha valido la pena.
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