Europa

China

Así vigila el Gobierno chino las emociones de sus trabajadores

Ondas cerebrales bajo control Pekín ha comenzado a monitorizar el estado de ánimo de sus empleados para incrementar su capacidad de rendimiento y los beneficios de sus empresas.

Así vigila el Gobierno chino las emociones de sus trabajadores
Así vigila el Gobierno chino las emociones de sus trabajadoreslarazon

Ondas cerebrales bajo control Pekín ha comenzado a monitorizar el estado de ánimo de sus empleados para incrementar su capacidad de rendimiento y los beneficios de sus empresas.

En julio de 2017, el Consejo de Estado chino hizo público un esquema que reflejaba sus intenciones respecto a la Inteligencia Artificial. El objetivo era que, en 2020, la IA represente una industria que genere 22.000 millones de euros en el país asiático y diez años más tarde alcance el billón de euros. Básicamente, según el líder del Consejo de Estado, Li Keqiang, se trata de una cuestión de estado, lo que significa que cualquier empresa o institución dedicada a este tema, tendrá todos los recursos disponibles para profundizar en la investigación. Y cuando hablamos de todos los recursos, no solo se refiere a económicos, sino también, entre otros, los legales.

Mientras en Europa se habla de la protección de datos personales, en China, ya han comenzado a analizarse las ondas cerebrales de los empleados de varias empresas y de organismos estatales (como las fuerzas de seguridad) con el objetivo de mejorar la productividad...entre otros.

La tecnología, utilizada en más de una docena de grandes empresas, utiliza sensores inalámbricos en gorros y cascos para determinar, por las ondas cerebrales y el uso de algoritmos específicos de IA los niveles de diversas emociones. No se trata de leer los pensamientos, de ningún modo. El propósito es evaluar el estado mental de los empleados, ajustar los tiempos y ritmos de trabajo y descanso y así incrementar la productividad. De acuerdo con una entrevista publicada en el South China Morning Post, un directivo de la Red Eléctrica Estatal de Zhejiang (una empresa que utiliza esta técnica y emplea a 40.000 personas), sus beneficios han aumentado unos 300 millones de euros desde que comenzaron a utilizar esta tecnología en 2014.

«Creían que podíamos leer sus mentes – explicó al citado medio asiático, Jin Jia, profesor de neurociencia en la Universidad de Ningbo, responsable del desarrollo–. Esto provocó alguna disconformidad y resistencia al principio. Pero después de un tiempo se acostumbraron al dispositivo... Lo llevan todo el día en el trabajo». De hecho, las ondas cerebrales son prueba suficiente de que un empleado necesita descanso y su supervisor lo puede eximir de su trabajo en la empresa.

«Cuando el sistema envía una alerta – añade Jia –, el jefe le pide al trabajador que se tome el día libre o que realice alguna tarea menos estresante. Algunos trabajos requieren de una alta concentración. No puede haber ningún error».

El sistema también se utiliza en los trenes de alta velocidad chinos, en particular en la línea entre Pekín y Shanghai. Gracias a él, es posible saber si el responsable de la conducción está alerta, cansado o si hay algún peligro. Al tratarse de una tecnología relativamente nueva, se desconoce aún la cantidad de falsos positivos que produce: casos en los que se alerta de estrés o cansancio, cuando no son ciertos.

Esta tecnología es una más de las variantes de IA (Inteligencia Artificial) que ha comenzado a usar China con mayor o menor éxito. En abril se publicó la noticia de la identificación de un delincuente en un concierto, gracias a técnicas de reconocimiento facial. El problema es que hace apenas unas semanas, se publicó un informe de las autoridades galesas que recurrieron a estas técnicas para identificar sospechosos durante la final de la Champions de 2016-2017, disputada en Cardiff entre el Real Madrid y la Juventus. Y el porcentaje de acierto fue apenas del 8%: más de 9 de cada 10 señalados como delincuentes, eran inocentes.

A esto se le suman dos factores importantes. El primero de ellos es que se desconoce si todos los empleados que llevan los sensores han sido informados de para qué sirven y cómo se utilizan sus datos. ¿Los guarda solo la empresa? ¿Los analiza el estado? ¿Se hacen públicos? Sea cual sea la respuesta la realidad es que las leyes de privacidad de China son muy diferentes a las europeas y poco podrían hacer quienes no estuvieran de acuerdo. Y el hecho de que se trate de una investigación vinculada a la IA, custión de estado recordemos, les autoriza a llevarla a cabo por «el bien común».

Lógicamente esto ha levantado críticas, aún desde China. Qiao Zhian, profesor de psicología laboral de la Universidad de Pekín, afirmaba en el Morning Post que «la mente humana no debería ser explotada para obtener ningún beneficio».