Salud

El autismo y sus misterios

Te contamos cuáles son los síntomas de los trastornos de espectro autista y alternativas de tratamientos

De acuerdo con los cambios en la entrada de autismo, también fue actualizada la voz autista.
El autismo afecta a 1 de cada 160 niños en todo el mundoDreamstimeLa Razón

El trastorno del espectro autista (TEA), conocido generalmente como autismo, es una condición de origen neurobiológico que afecta a la configuración y al funcionamiento cerebral. Acompaña a la persona a lo largo de su vida y afecta fundamentalmente a tres áreas: la comunicación, la interacción social y la sensibilidad sensorial, que puede ser extremadamente alta o extremadamente baja.

El TEA aparece en la infancia, especialmente en los dos primeros años de la vida del niño, aunque puede diagnosticarse con posterioridad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el autismo afecta a 1 de cada 160 niños en todo el mundo. En España, se estima que hay alrededor de 470.000 personas con autismo.

El Dr. Joan Francesc Serra i Pla, Psicólogo clínico adjunto en Hospital Quirónsalud Digital, señala: “Hay una marcada tendencia de crecimiento del autismo en todo el mundo - en España, el número de personas con autismo ha aumentado un 300% en los últimos 10 años-, pero no queda claro que parte del aumento se debe a la mejora de los métodos de diagnóstico, la mayor concienciación o la mayor inclusión de estas personas en la sociedad, y que parte se debe a otras causas epigenéticas y/o ambientales como el estrés, los contaminantes, etc"

Genética y medio ambiente

El TEA no es propiamente una enfermedad, sino un trastorno del espectro cerebral muy complejo. El hecho de que los síntomas y la gravedad varíen de manera tan extensa apunta a que probablemente haya muchas causas, si bien está acreditado que tanto la genética como el medio ambiente influyen en la aparición de este trastorno.

Desde el punto de vista genético, hay que apuntar que varios genes diferentes parecen estar relacionados con los TEA. Algunos están asociados a un trastorno genético, como el síndrome de Retto el síndrome del cromosoma X frágil. Otros son debidos a cambios genéticos que afectan al desarrollo del cerebro.

Algunas mutaciones parecen ser hereditarias, mientras que otras suceden de manera espontánea. Los familiares con un hijo con TEA tienen mayor probabilidad de tener otro hijo con el mismo diagnóstico. También es frecuente que los padres o familiares de un autista tengan rasgos del espectro, como dificultad en las habilidades sociales, en la comunicación o en las capacidades de abstracción.

Los factores ambientales que influyen en el TEA son también diversos. Las infecciones virales, los medicamentos, las complicaciones durante el embarazo o los contaminantes del aire pueden influir en su desencadenamiento. También hay factores de riesgo como la edad de los padres (mayor probabilidad en padres de edad avanzada) o los bebés prematuros, nacidos antes de las 26 semanas de gestación.

Cada persona con TEA es un mundo

Los problemas de comunicación del autista son de muy diversa índole y se refieren tanto a las dificultades para comprender a los demás como para expresarse. Por ejemplo, le cuesta entender mensajes que se transmiten de forma verbal, o extraer el significado completo de una frase, o comprender el significado no literal del lenguaje: bromas, metáforas, ironías o dobles sentidos.

Dr. Joan Francesc Serra i Pla, Psicólogo clínico adjunto en Hospital Quirónsalud Digital
Dr. Joan Francesc Serra i Pla, Psicólogo clínico adjunto en Hospital Quirónsalud DigitalQuirónsalud

El afectado por el TEA tiene también problemas para interpretar correctamente la comunicación no verbal: contacto ocular, gestos, postura corporal o expresiones emocionales; o le cuesta proporcionar claves contextuales que ayuden al interlocutor a saber qué está contando o haciendo. A veces utiliza un lenguaje tan ajustado a la situación que la expresión es correcta, pero excesivamente formal o con una entonación inusual.

En cuanto a la interacción social, las personas con TEA tienen dificultades para relacionarse con los demás, comprender el contexto y desenvolverse en determinadas situaciones sociales. Por ejemplo, realizan acercamientos sociales inusuales o inadecuados, o tiene dificultades para comprender las reglas sociales no escritas que regulan las relaciones interpersonales, o para comprender las emociones, los deseos o las intenciones de otras personas, y utilizar este conocimiento en la interacción social.  

A veces tienen resistencia a cambios en la rutina o una necesidad expresa de apoyo para saber cómo enfrentarse a situaciones desconocidas porque tienen patrones de comportamiento rígido y repetitivo y un repertorio limitado de intereses, muy intensos y específicos, que focalizan la atención y el comportamiento de la persona e interfieren en su vida diaria.

En cuanto a las hiper o hiposensibilidades, el autista puede, por ejemplo, sufrir un malestar intenso ante determinados sonidos, olores, luces, sabores o texturas específicas, que pueden pasar desapercibidos para las otras personas, puede sentir un interés inusual en aspectos sensoriales del entorno, como puede ser insistencia por oler o tocar determinadas cosas o la fascinación por luces, objetos brillantes o que giran, o, en el extremos opuesto, indiferencia aparente al dolor o a la temperatura. También es característico que el autista busque la estimulación mediante actividad física, por ejemplo, mediante balanceos, giros sobre sí mismo o saltos repetidos

El autismo no tiene cura y, aunque las personas afectadas por el TEA comparten elementos comunes,  cada una de ellas es distinta a las demás y manifiesta diferentes capacidades, intereses y necesidades, que varían según la historia de vida y los apoyos a los que la persona tiene acceso. El Dr. Serra recalca: “Es muy importante valorar el grado de gravedad del trastorno del espectro autista y si hay otra condición añadida (discapacidad intelectual, trastorno por déficit de atención, trastorno del aprendizaje, etc.) para realizar un correcto diagnóstico y abordaje”.

Los tratamientos actuales buscan reducir los síntomas que interfieren en el funcionamiento diario y la calidad de vida. Generalmente incluyen la intervención de varios profesionales, comienzan con una valoración por parte del psicólogo y se adaptan a las necesidades de cada persona. Por eso es importante la comunicación entre ellos y con la familia para garantizar una adecuada evolución y mejoría.