Sin techo

Banco de datos: Los «sin techo», la otra clase

En las grandes ciudades de los países más ricos deambulan miles de personas que no tienen casa. Son los «sin techo». Son la mayor degradación de la condición humana

La vida en la calle
La vida en la callelarazon

Hemos visto recientemente la proliferación de campamentos de personas instalados en el centro de las ciudades –generalmente aprovechando un solar sin edificar–, en Barcelona de manera especial, y también en Madrid. Es un fenómeno extendido a las grandes urbes de todo el mundo y, por supuesto, en las más prósperas. Los Angeles, que es la tercera ciudad con un PIB más alto, se ha convertido en el lugar donde se da la mayor concentración de personas sin hogar. Hemos visto las imagenes del céntrico barrio de Skid Row, donde conviven en la calle, día y noche, centenares de personas. En la meca del cine hay más de 58.000 sin casa deambulando todo el día por su calles. Moscú es la capital europea con más personas sin vivienda, unas 100.000 –con buses-ducha que recorren determinados puntos de la ciudad para facilitar una mínima higiene– perdidas por una urbe a merced del crudo invierno. En 2017, la Unión Europea lanzó el Plan de Acción para la Alianza Urbana, que establece que la falta de vivienda en una de las regiones más ricas del mundo es una de las causas de que millones de personas no encuentren un techo. Partiendo de que las personas que viven en la calle son reacias a ser censadas, los datos en España varían entre los 23.000 calculados por el Instituto Nacional de Estadística (2012) y los 40.000 de Cáritas. La Estrategia Nacional Integral para Personas sin Hogar 2015-2020 lo sitúa en 33.275 personas. Vivir en la calle es entrar en un túnel sin salida que conduce a la violencia ejercida sobre ellos, enfermedades, alcoholismo y trastornos psíquicos. Pero si algún sector está sometido a todos los riesgos posibles son los niños; el caso paradigmático es Manila, con 1,2 millones de menores en las calles, solos, sometidos a los peores abusos. ¿Qué hacer? Nadie tiene más solución que la de apostar por la prosperidad y las ayudas sociales. Siempre hay otras medidas, como en el caso de Dinamarca, que, desde 2017, establece penas de prisión a los indigentes que piden en la vía pública, incluso otros más recaudadores: la ciudad sueca de Eskilstuna pide el pago de una licencia para evitar la mendicidad.