
Medio Ambiente
Las botellas de plástico vuelven a cambiar después del tapón no extraíble: ¿cómo serán a partir de ahora?
Tras la polémica de los tapones unidos a las botellas, llega otro capítulo en la evolución de los envases plásticos

Apenas nos habíamos acostumbrado al tapón que se niega a separarse de su botella, cuando el plástico que más usamos cada día se prepara para otra metamorfosis. Si hace unos años el foco estaba en la medida de los tapones adheridos a las botellas para reducir la dispersión de plásticos en el medio ambiente, ahora la lupa está en la composición interna de los envases, es decir, de las propias botellas.
No es una cuestión estética, sino una profunda revisión de la materia prima que conforma millones de botellas de agua, refrescos y otros líquidos que consumimos a diario. La Directiva (UE) 2019/904, más conocida como la Directiva de Plásticos de un Solo Uso (SUP, por sus siglas en inglés), es el motor de este cambio, que a partir de 2025 marcará un antes y un después en la industria del packaging.
¿Cómo serán las botellas de plástico a partir de ahora? El plástico reciclado toma el protagonismo
El calendario europeo es claro y exigente: la reciente directiva medioambiental que entró en vigor el 1 de enero de 2025 establece que todas las botellas de bebidas fabricadas con tereftalato de polietileno (PET) deberán contener, como mínimo, un 25% de plástico reciclado en su composición.
Esta normativa responde a la necesidad de reducir la dependencia del plástico virgen, derivado de combustibles fósiles, y de mitigar el impacto ambiental de un material cuya ubicuidad se ha convertido en un problema global. La ambición europea no se detiene aquí: la misma directiva eleva la apuesta, estableciendo que para 2030 el contenido de plástico reciclado deberá alcanzar el 30% en todas las botellas de plástico, independientemente de su tipo.
Más allá del color: ¿Cambiará la experiencia del consumidor?
La incorporación de un porcentaje significativo de plástico reciclado plantea, naturalmente, interrogantes sobre la apariencia y la calidad de las botellas. Es posible que los consumidores noten una ligera diferencia en el tono: a menudo, el plástico reciclado confiere a los envases un color ligeramente más oscuro o una tonalidad amarillenta, en contraste con la transparencia cristalina del PET virgen. Según la iniciativa europea, es fundamental recalcar que las propiedades esenciales de la botella (su higiene, durabilidad, resistencia y funcionalidad para preservar el contenido) se mantienen inalteradas. Las empresas están invirtiendo en tecnologías avanzadas para asegurar que la integración del reciclado no comprometa la seguridad alimentaria ni la calidad percibida por el usuario".
Este ajuste visual está orientado a un beneficio ambiental mucho mayor. La reducción de la extracción de recursos vírgenes, la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de plástico nuevo y la drástica reducción de los residuos que acaban en vertederos o incineradoras son los pilares de esta estrategia.
La Directiva SUP no solo se enfoca en el reciclaje; su espíritu es una declaración de guerra contra la contaminación por microplásticos. Estos diminutos fragmentos, subproductos de la degradación de los plásticos convencionales, han invadido ecosistemas marinos y terrestres, con consecuencias aún no totalmente comprendidas para la salud humana y animal. El tapón no extraíble fue una de las primeras armas en esta contienda, impidiendo que estas pequeñas piezas se pierdan y se conviertan en microplásticos. La nueva composición de las botellas es el siguiente paso.
✕
Accede a tu cuenta para comentar