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Desarrollo personal

Callarse para evitar conflictos: lo que dice la psicología sobre este hábito

Evitar la confrontación puede parecer sensato, pero a la larga mina la autoestima y deteriora los vínculos

Callarse para evitar conflictos: lo que dice la psicología sobre este hábito Unsplash

En la cultura popular abunda la idea de que "quien calla es más sabio". El problema es cuando ese recurso puntual se convierte en estilo de vida: guardarse lo que molesta para no "armar lío", ceder por sistema y confundir paz con inercia. Diversas voces expertas coinciden en que esa evitación constante no es madurez: es una renuncia a la propia voz con costes emocionales y relacionales.

El psicólogo Luis Miguel Real lo plantea de forma directa: callarse "no es sinónimo de madurez, sino de sumisión". Lo que empieza como estrategia para mantener la calma termina erosionando la autoestima porque repetidamente envía el mensaje de que tus necesidades valen menos.

Por qué nos callamos (demasiado)

Evitar la confrontación puede parecer sensato, pero a la larga mina la autoestima y deteriora los vínculosUnsplash

En consulta se observan raíces comunes: haber crecido en entornos que premiaban la "tranquilidad" sobre la autenticidad, asociar conflicto con peligro, o depender en exceso de la aprobación externa. El psicólogo Mario Arzuza explica que, en ese contexto, el silencio se vuelve refugio para evitar rechazo, pero a la larga genera más ansiedad y distancia.

A esa historia personal se suma un aprendizaje infantil muy extendido: la "ley del hielo" como castigo. La UOC advierte que el uso del silencio punitivo en la crianza deja huellas -culpa, rechazo, incomprensión- y normaliza patrones de sumisión que se reeditan en la adultez.

Silencio que desgasta vínculos

Evitar conversaciones difíciles no fortalece una relación: la enfría. Sheila Heen, profesora en Harvard, señala que esquivar sistemáticamente lo importante debilita la calidad del vínculo; no se trata de discutir siempre, pero tampoco de no hablar nunca de lo que duele. El "silencio táctico" (para pensar) es útil; el "silencio crónico" (para no afrontar) rompe la confianza.

¿Cómo romper el patrón sin irse al extremo?

Callarse para evitar conflictos: lo que dice la psicología sobre este hábitoUnsplash
  • Practica la asertividad. Empieza por escenarios de bajo riesgo. Opinar en grupo, proponer un plan, pedir un cambio concreto.
  • Nombra lo que pasa. "Necesito hablar de X porque me está afectando" es mejor que acumular. La claridad reduce dramatismo.
  • Diferencia pausa de evitación. Tomar aire para ordenar ideas es saludable; posponer indefinidamente es erosivo.
  • Pide ayuda si te bloqueas. Terapia, psicoeducación y ejercicios de regulación emocional ayudan a salir del piloto automático y a poner límites sin agresividad.

En conclusión, evitar conflictos no es, por sí mismo, un signo de madurez. La madurez está en elegir conversaciones difíciles bien hechas -con respeto, límites y escucha- para cuidar de ti y de los tuyos. Como resume Real, hablar y poner límites no es crear problemas; es respetarte.