Opinión

Un calor insoportable

Llega el fin de la etapa estival, que tanta controversia genera

Hablar con los animales, por Marina Castaño
Fin del verano, por Marina CastañolarazonLa Razón

En esto del calor hay siempre división de opiniones: que si este ha sido el verano más caluroso de la historia, que si ya no nos acordamos cómo fueron los veranos pasados, que si en 2004 se batieron todos los récords... Y siempre así.

Luego están los meteorólogos, que tampoco se ponen de acuerdo, porque unos dicen que las temperaturas han sido más altas que nunca mientras otros opinan que no fue para tanto.

Lo que sí es indiscutible es que lejos de nosotros, en el oeste americano y, más concretamente en Phoenix, Texas, el termómetro no bajó de los 38º en ciento un días consecutivos. En Las Vegas se llegaron a alcanzar los 48ºC, y en Palm Springs los 51ºC.

Por este lado del planeta pensamos que ellos ya están acostumbrados, pero no quisiéramos nosotros hacernos a un ambiente habitual de ese calibre. Cierto es que cada cuerpo se aclimata con naturalidad a la zona donde vive habitualmente, pero lo cierto es que las temperaturas suben de forma despiadada y que los negacionistas del cambio climático pierden fuerza ante evidencias como esta.

En España estamos viviendo una tregua importante después de un verano que daba poca opción al respiro, si bien los calores fuertes llegaron cuando ya el mes de julio estaba bien entrado. El norte del país vivió, por su parte, momentos de lluvias y tardes frescas de rebeca como no ocurría desde hace tiempo, y el agua del Mediterráneo no se calentó de forma tan intensa como venía ocurriendo en estíos recientes.

Se nos olvida siempre tanto lo malo, por fortuna, como lo bueno, pero cuando el calor aprieta nos parece que lo hace como nunca. Lo que sí es cierto es que el verano termina y que en breve empezarán a amarillear y enrojecer las hojas de los árboles, llenándolos de colorido y belleza, porque el otoño, que no es ocaso, empuja, y los colegios ya están en marcha. El calendario marca su ritmo implacable y no nos queda otra que doblegarnos a su obligada pauta.