Caso Bretón
Cambio de estrategia: ni mirar al jurado ni replicar al juez
José Bretón y su abogado reducirán la tensión en la sala para compensar las lagunas en el discurso
José Bretón y su abogado defensor, José María Sánchez de Puerta, no están muy satisfechos. La primera semana del juicio por el asesinato de los pequeños Ruth y José ha dejado al descubierto más de una mentira en la coartada defendida por el padre de los niños de Córboda. Según ha podido confirmar LA RAZÓN, uno y otro estarían también preocupados por la imagen del acusado. Es más, se han visto obligados a cambiar de estrategia ante la actitud, los comentarios y las miradas desafiantes lanzadas por el ex marido de Ruth Ortiz. Esa seguridad que ha querido mostrar en su declaración parece volverse contra él, pues se percibe como despotismo ante el jurado y el juez Pedro J. Vela. El propio magistrado tuvo incluso que llamar al orden al acusado el pasado martes por sus continúas indicaciones a los miembros del jurado. Así, por recomendación del letrado, Bretón ha dejado de mirar al jurado mientras declara, tal como hizo en aquel momento, pues considera que es una táctica que no le beneficia y que puede causar «mala impresión». De hecho, la estrategia de la defensa durante estos días consiste en interpelar lo menos posible tanto al juez como a los nueve miembros del jurado.
Pero por mucho que varíe en su discurso gestual, lo que parece derrumbarse es el contenido de su defensa, después de que incurriera en varias contradicciones y lagunas sobre la desaparición de sus hijos.
las pastillas
El 27 de septiembre de 2011, Bretón visitó a su psiquiatra, Guillermo Guiote Ordóñez, el mismo que le atendió en 1997 cuando estuvo a punto de suicidarse por dejarle una antigua novia. «Decidí ir al psicólogo porque dicen que tengo manías, como lavarme las manos antes de comer... no por la separación», afirmó el acusado durante el juicio. Guiote confirmó ayer lo que parecía lógico. Le recetó Orfidal y Motiván para que sobrellevara «la ruptura de Ruth», no por otras obsesiones. Respecto al paradero de las pastillas, el acusado también cambió su declaración. Bretón decía por primera vez que las tiró. Cuando en otra ocasión, como recordó la fiscal al jurado popular, afirmó que «se las llevó al Portil», a su casa. Esta contradicción es importante, ya que con los tranquilizantes podría haber acabado con la vida de los niños.
Las caminatas de José
Bretón mantiene que en septiembre y octubre llevó a su hijo «andando a la guardería». La directora y la profesora de la guardería confirmaron lo contrario: «Le llevaba en carrito». Este dato es clave, ya que según Bretón su hijo es «un perdigón andando» y cuando «desapareció» en el parque iba por delante de él (unos 20 metros), mientras que el relato de sus profesoras no respaldaría esta agilidad del niño. Algo que ni el propio tío de los niños se cree: «Me parece raro que el niño de dos años pudiera subir solo esa cuesta», afirmó ayer su cuñado José Ortega.
Ensayo para «perderlos»
El 7 de octubre Bretón se llevó a sus sobrinos al colegio y les dejó solos sentados en una plaza diciéndoles que le esperaran porque se había olvidado las gafas. Bretón las tenía en el bolsillo y sólo quería ver cómo reaccionaban los menores. «No me gustó. De hecho, le dije a Bretón que no los llevaba más». Cuando al día siguiente desaparecieron los niños, «se lo dije a la Policía por si servía para encontrar a mis sobrinos. Lo que hizo con mis hijos fue una simulación. Eso no se hace a los niños», declaró Ortega.
Polémico almuerzo
Bretón aseguró en su declaración que el fatídico sábado los niños no comieron como tal, tomaron bocadillos y patatas. Si bien, cuando declaró su cuñado, éste aseguró que llevó a sus hijos al Burger King y «no me dio la sensación de que hubieran comido antes». Una y otra versión rompen con los tiempos para hacerles «desaparecer». Además negó ir a Las Quemadillas aquella mañana a pesar de que el informe telefónico le sitúa allí.
el gasoil de la hoguera
Según la Fiscalía, entre el 19 y el 7 de octubre Bretón adquiere 271,11 litros de gasoil. El acusado mantiene que compró tanto combustible porque su coche gasta mucho y así ahorraba ocho euros cada vez que iba. Lo cierto es que resulta casi imposible este nivel de consumo salvo para crear una hoguera.
Un letrado al rescate de «las ascuas»
La acusación particular preguntó a Bretón que cómo podría ser que las ascuas estuvieran el día 8 por la noche encendidas, momento en el que el abogado de Bretón aprovechó para recordar a su cliente, aunque sobre todo al jurado popular, que no era así. «Le aclaró que el informe de la Policía no dice que hubiera ascuas, sino que estaba caliente. Le están intentando confundir».
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